domingo, 17 de junio de 2012

Mujeres y hombres y viceversa

A veces se da un curioso fenómeno por el cual a alguien le cae una personalidad que no se corresponde totalmente con su aspecto físico. Por ejemplo, yo tengo más o menos esta pinta...


(la foto, el pantalón de pijama y el señor del fondo son cortesía de Hell's Tea) (y lo del vaso es Nestea, malpensados)

... pero se conoce que, a la hora de configurarme, me pusieron en "modo hombre" (que no lo digo yo, me lo han dicho ya varias personas). Soy simple (muy simple; a veces, hasta límites insospechados), no pillo las indirectas (lo que más de una vez deriva en situaciones muy chungas) y si te pregunto "¿qué te pasa?" y me dices "nada", luego no te quejes de que he actuado como si no pasara nada (también me he llevado alguna bronca por esto). Todo esto también funciona en el otro sentido: no interpretes nada que yo haga como una indirecta (no sé cómo se hace, simplemente) y si te digo que no me pasa nada no insistas, es que no me pasa nada (después de más de 26 años, mi madre no lo pilla y se limita a decir "es que eres como tu padre, que no os gusta hablar de nada"). Lo bueno es que me respetaron la capacidad femenina de hacer dos cosas a la vez, que es algo que mola bastante.

Esta personalidad desubicada hace que, a veces, mi vida derive en situaciones absurdas. Como anoche, sin ir más lejos.

Fui con tres amigas a tomar algo y me encontré con un conocido en el mismo local. Casualmente, la única mesa libre estaba al lado de esta persona, que iba con dos amigos, así que allí nos sentamos. Una de mis amigas empezó a lanzar miradas hacia la mesa de al lado (imaginad de qué manera para que hasta yo me diera cuenta). Pasado un rato largo, me pidió que le presentara al chaval al que conocía para que él, a su vez, le presentara al otro. No sé al resto qué os parece, pero a mí me pareció rebuscado. Si hubiera hecho las presentaciones cuando llegamos, aún tendría cierto sentido.

Sin embargo, soy una persona muy resolutiva y se me ocurrieron otras opciones más prácticas y menos... de patio de colegio (por decirlo de alguna manera). Y, ¡qué coño!, que luego la que tiene que dar la cara soy yo. La respuesta de mi amiga fue "ay, no no, que me da vergüenza". Aquí empiezan las discrepancias: yo entendí "no lo hagas, que me da vergüenza", no hice nada y nos fuimos. Pero parece ser que ella quería decir "sí sí, por favor, gracias". Y así nos tiramos discutiendo todo el camino de vuelta después de marcharnos, con argumentos tan bien formados por parte de las dos como "no es no","pero no quería decir que no, quería decir que sí", "pues haber dicho que sí" y "¿y yo qué sabía que ibas a entender que no?".

Otra de mis cualidades es la facilidad para tener remordimientos. Me sentía mal por la pobre chica porque, al fin y al cabo, no hubo historia de "chico conoce a chica" porque no sé interpretar una indirecta (insisto, no las uséis conmigo, por favor). ¿Qué hice? Mandarle un mensaje a este chico explicándole la situación (también soy muy de dar explicaciones; por favor, no os lo toméis mal, viene en el mismo pack que los remordimientos).

El caso es que hubo respuesta y, por consiguiente, intercambio de mensajes con la interesada en conocer chico esta mañana para ver qué hacemos ahora. Otra vez ha sido como la discusión de anoche: ella divagaba sin decir nada claro (aunque supongo que a ella le sonaría todo clarísimo) y yo contestaba con cosas como "¿pero eso es que sí o que no?". Al final la pobre, creo que ya desesperada por no poder ver la belleza de lo simple, ha acabado mandándome un "SÍ" en mayúsculas. ¿Ves? Así sí que me entero.

miércoles, 13 de junio de 2012

Perdiendo el juicio

Llega un momento temible en la vida de toda persona de veintimuchos. Y no, no es cuando tus amigas empiezan a quedarse embarazadas (aunque también, que ya tengo dos protosobris). Es el momento en que tu dentista decide que te sobran las muelas del juicio. Al dolor físico y moral (durante buena parte del día voy a tener que hablar como Rajoy, eso deja  hecho polvo a cualquiera) se suma el dolor económico, que la odontología es un negocio lucrativo. Muy lucrativo.

Como ya me quitaron una muela del juicio hace un par de años (y de una manera bastante traumática, la verdad, porque lo recuerdo como algo larguísimo, con muchos puntos y con mucha sangre), me quedaban otras tres. Me quedaban, porque ahora mismo sólo me queda una. Ya que voy a estar con media boca jodida unos días, aprovecho y dejo que me jodan todo ese sector de una vez. Esto es como las reformas: mejor tener toda la casa empantanada durante el menor tiempo posible que no por sectores durante un tiempo indefinido. Y, ya que estamos, tengo excusa para no ir a la cena que ha organizado la secretaria del curro esta semana, que me viene fatal de hora, de sitio y de precio.

Lo que menos me preocupaba del procedimiento era la extracción en sí, la verdad. Las técnicas y las anestesias están lo suficientemente avanzadas en los tiempos que corren como para que no haya que preocuparse por eso. Bueno, aunque yo, personalmente, pondría en duda la efectividad de las anestesias. Debo de tener un cuerpo raro o un umbral de dolor muy bajo, porque, con mi metro sesenta 'raspao' y mis 53kg de peso (aprox.), he necesitado cinco cargas de anestesia. Como para plantearse tener hijos, que a mí eso de que las mujeres llevan milenios pariendo de manera natural sin problemas no me convence, y mucho menos después de la experiencia esta mañana.

Quitando el episodio de la anestesia (pavor a las agujas x 5; el dentista ha intentado convencerme para que tomara drogas y volviera cuando me hicieran efecto), todo ha ido bastante bien. Ahora estoy pensando que lo voy a flipar cuando se me pase el efecto (hace cinco horas del primer pinchazo, debe de estar al caer), aunque para eso me han dado drogas. Sinceramente, empiezo a pensar que las drogas, junto con la recomendación de comer cosas "blandas y frías" (quesitos, helados y yogures, para que nos entendamos) son para que te alegres durante los días que vas a estar jodido más que por los efectos médicos (para eso ya está el antibiótico).

Ya que estaba en la calle y que no tengo nada que hacer en todo el día (libro hoy y mañana y no es plan de meterse en el gimnasio), he aprovechado, y mis cinco cargas de anestesia, mis puntos y yo nos hemos ido al banco a cerrar la cuenta. Ocho meses después de que se lo pidiera, mi padre por fin ha decidido hacerme caso con el traslado de cuenta. En esta casa somos así, dejamos todo "pa' luego". Claro, que últimamente el banco anterior ha pasado por ciertas... cosas que lo han hecho ponerse de actualidad, así que lo mismo piensan que lo hago por eso. En realidad es por pereza y por sentido práctico: mi padre es empleado de un banco (que no banquero, ya me gustaría) que casualmente es el mismo en el que tiene la cuenta la empresa que me ingresa todos los meses la nómina. Eso significa que: a) la nómina me llega el mismo día que ordenan la transferencia y b) tengo "banca privada" en casa y no necesito ir a la sucursal para nada (mejor, porque está en otro municipio).

Bueno, voy a ver si como algo. Mi padre ha sido majo y me ha traído helados. Ya de paso se ha comprado uno para él. De Haagen Dazs. Los míos, de marca blanca.

lunes, 4 de junio de 2012

Semana de las mujeres reales



Hoy comienza la "Semana de las mujeres reales". He cogido esta campaña de Dove, una marca que ya ha hecho varias campañas utilizando el concepto de "belleza real", porque no sabía muy bien cómo empezar este post. Tampoco es que yo sepa mucho sobre este tema pero la iniciativa me ha gustado y creo que, cuanta más difusión y participación tenga, mejor. No creo que vaya a cambiar el mundo pero seguro que hará que más de una (y de uno) se sienta mejor.

No sé muy bien qué es la belleza real, supongo que para cada persona significará algo diferente. Para mí está relacionada con la salud y la autoestima. En resumen, sentirse bien. ¿Cuando te sientes bien no te ves guapa/o, aunque lleves unos vaqueros cochambrosos que han pasado mil veces por la lavadora y una camiseta de 2 euros del bazar chino de la esquina? Pues algo así.

La manera de encontrar esa salud (física y mental) y de tener la moral alta también varía de una persona a otra. En mi caso, intento hacer cosas que me gustan (aunque cada vez tengo menos tiempo y horarios más raros). Sea como sea, he encontrado tiempo para hacer deporte varios días en semana (que además viene estupendamente para descargar tensiones), leer, aprender idiomas, quedar con gente...

Supongo que todo este asunto no se trata de perseguir LA belleza, sino de encontrar TU belleza. No todos somos iguales pero todos podemos sacar lo mejor de nosotros mismos si nos queremos un poquito ¿no?