No entraba en mis planes plantarme en noviembre sin haber publicado el diario de mis vacaciones, pero así están las cosas. A ver, no puedes pedirle a alguien que se pasa el día escribiendo que al llegar a casa siga con lo mismo. Con motivo de las elecciones, haré una excepción y adelantaré una de las estupendas anécdotas que tenía guardadas para la crónica de mi viaje. Luego la reciclaré, que de eso los periodistas sabemos mucho.
El caso es que mi compañera de viaje y yo, por alguna extraña razón, acabamos mimetizándonos con los neoyorkinos. No nos costó mucho, la verdad. Tanto que un día, en uno de los miles de parques que aparecen entre tanto rascacielos, se nos acercó un chico con pinta de funcionario o similar, carpetilla en mano.
(en inglés)
Funci - blablablabla
Laura - ¿Perdón?
Funci - ¿Estáis inscritas como votantes?
Laura - O_O Esto... es que no votamos en Nueva York
Funci - Ah, vale
(y desapareció del parque)
Tendría que haber hecho la prueba, a ver qué te piden para inscribirte como votante. Teniendo en cuenta que esta gente no tiene documento de identidad y que el carnet de conducir y el pasaporte no son ni de lejos obligatorios, me gustaría ver cómo comprobaban que, efectivamente, no soy ciudadana y no puedo votar. Hubiera estado divertido votar por Obama. O por Romney, que al menos ya tengo la chapa: