lunes, 16 de febrero de 2015

Organización de eventos

A nadie le gusta organizar cosas. Y el que diga lo contrario miente o está muy enfermo. Sobre todo cuando hay que organizar un evento con más de cuatro personas. Pongamos, por ejemplo, una despedida de soltera.

Es entonces cuando te das cuenta de varias cosas. La primera, que la democracia a pequeña escala no funciona. Si organizas unas elecciones, lo peor que puede pasar es que un señor como Berlusconi acabe gobernando un país. Si organizas un evento y lanzas cualquier pregunta, pueden obtener tres posibles respuestas:

1.

2. "¿Qué fecha era?" (o cualquier otra cosa que se dijo hace dos meses)

3. "Mi gato se llama Guantes" (siempre tiene que haber alguien que vaya a su rollo)

Y de pronto llega un día en el que alguien que, hasta el momento, se había decantado por la opción 1 para responder a cualquier cosa dice: "Habrá que decidir algo ya, ¿no? Que se nos echa el tiempo encima". Entonces piensas que en este país en realidad no hay tantos asesinatos y que si te caen 20 años te libras de organizar todas las despedidas de tus amigas y de repetir esta situación.

Hasta ahí es lo normal, pero puede aparecer un personaje más en escena: el obstruccionista. Ha decidido que no le va a parecer bien nada. Incluso cosas que hace dos días le parecían bien. Si tiene que discutir sus propias propuestas y poner pegas a su yo pasado, lo hará y defenderá su nueva postura hasta la muerte. Llenará de mierda el grupo de WhatsApp que se ha creado para organizar el evento de marras, pondrá cosas incompletas en los excel para da por culo y retrasar, dirá que sí a un presupuesto y luego le parecerá caro si es un 20% más bajo de lo que se dijo en principio... Da igual, ha decidido que este evento va a ser SU evento, y el resto de implicados le dan igual.

¿Alguien se ha preguntado por qué de pronto el paintball se puso tan de moda en las despedidas? No es porque sea divertido, tenga un precio asequible y sea una actividad de grupo, es porque tienes amigos a quienes les gustaría pegarte un tiro.

martes, 6 de enero de 2015

Propósitos de año nuevo

Se acaban oficialmente las navidades. Toca volver a la rutina y seguro que más de uno ha decidido que 2015 es el momento para hacer todo aquello que no logró en 2014, y tampoco en 2013, 2012, 2011...

Está muy bien tener objetivos en la vida pero, ¿de verdad los vas a cumplir? Mira que 2015 es muy largo y luego las cosas se nos olvidan. Y claro, por muy buenas intenciones que tengamos, los propósitos siempre suelen ser los mismos (aunque no son los míos, yo soy más de "virgencita, que me quede como estoy"):

- Trabajo: porque no tienes o porque estás hasta las narices del tuyo, decide cuál es tu situación. Según las estadísticas, tenéis diez días para curraros un currículum molón, porque los mejores momentos del año para encontrar trabajo son la última quincena de enero-febrero y agosto-septiembre. Si ya tienes trabajo y te da pereza salir a lo desconocido, seguro que quieres que en 2015 te suban el sueldo. Lo del IPC ya no cuela, porque estamos en deflación, busca una excusa nueva.

- Encontrar el amor: ayer me enteré de que el día más activo en las webs de contactos siempre es el primer domingo del año. Esto demuestra que hay gente que se toma muy en serio los propósitos pero también que hay gente que se forra con los propósitos ajenos (ya llegaremos a los gimnasios). La cruda realidad es que vas a terminar 2015 como lo empezaste, así que ahórrate el dinerillo de la cuenta en Meetic y vete de cervezas, que lo vas a aprovechar más. De nada.

- Ponerte en forma: si llevas diez años sin moverte del sofá, por favor. Eso sí, no dejes que los qe disfrutamos del "día del novato" en los gimnasios e instalaciones deportivas municipales nos perdamos ese acontecimiento que se da un par de veces al año (propósito de año nuevo, operación bikini y vuelta de vacaciones) y en el que puedes ver cómo algún insensato se intenta picar con la persona menos adecuada. También hay quien aprovecha el gimnasio para liquidar dos propósitos. Sí, lo digo por esos que se posicionan estratégicamente en la elíptica desde la que se ve la clase de zumba/pilates/yoga.

- Ser mejor persona: sí, claro.

- Leer más: si esto está en tu lista, probablemente lo último que leíste por places fuera de la serie naranja del Barco de Vapor. El Marca no cuenta como lectura. Este blog tampoco.

- Ponerte al día con esa serie: ¿cuándo te la bajaste? ¿Cuánto hace que no se emite? Ríndete, tú y yo sabemos que no vas a pasar de la mitad de la primera temporada de 'American Horror Story' y que ya ni recuerdas en qué episodio de 'El ala oeste' te quedaste. Hay batallas que es mejor dar por perdidas.

martes, 30 de diciembre de 2014

2014 letra a letra

Por muy descuidado que tenga el blog, las tradiciones son las tradiciones. Con la lista ya terminada, y haciendo un pequeño repaso, me doy cuenta de que la primera parte del año ha sido la continuación del horror de 2014. Lo bueno es que el cambio por fin ha llegado, y no podría haber sido en un momento mejor.

Vamos a ello:

A: autoestima. Es algo que precisamente nunca me ha sobrado pero el cambio de trabajo le ha venido bien para engordar un poquito, que la pobre se había quedado muy pequeñita.

B: bodas. Sí, amigos, hemos llegado a esa edad en la que las bodas empiezan a acumularse. En 2014 sólo han sido los anuncios, las bodas se celebran en 2015. Tres en concreto, y del mismo grupo de amigas, para no poder repetir vestido. ¿Alguna interesada en intercambiar ropa que tenga mi talla?

C: carreras. Tampoco es que me mate, pero de no verle la gracia a estas cosas a apuntarme a tres carreras este año (dos de obstáculos), va un trecho. Ya sabes cómo son estas cosas: te apuntas a la San Silvestre con una amiga y al final acabas revolcándote por el barro y subiendo alpacas de paja de 3,5 metros. ¿Y todo esto por qué? Eso mismo preguntó mi profesor de inglés del curro (creo que debería explicar en alguna letra el origen de las clases de inglés del curro) un día que todo el mundo llegó tarde y parecía que aquello iba a ser una clase particular. Respuesta: porque necesitaba saber que puedo (creo que también debería explicar en algún momento cómo llegué a aquello).

D: delgada. Sí, ya sé que lo he negado y he intentado escaquearme cada vez que alguien me lo decía, porque no ha sido voluntariamente ni considero que me sobrara nada. Si alguien quiere regalarme un cinturón por reyes, bienvenido sea.

E: esfuerzo. ¿Crees que el esfuerzo no vale para nada? Pues cambia de trabajo. Y lo digo totalmente en serio.

F: familia. ¿Sabes eso que dicen de que cuando te vas de casa te llevas mejor con tus padres? Pues es cierto. En cuanto terminan los chantajes emocionales, "dónde vas a estar mejor que en casa", "pues no sé cómo te has ido tan lejos", "¿pero cómo no vas a venir a comer este fin de semana?", "¿esto te lo vas a llevar o lo tiro a la basura?", "¿pero qué tienes que hacer en tu casa?" y esas cosas, luego ya todo va bien. Aunque eso no quita que un día llames a tu madre por teléfono y te caiga una bronca sin saber de dónde viene.

G: gimnasio. Un poquito menos desde septiembre, porque ahora tengo la piscina, pero si no fuera nunca hubiera empezado con las carreras de obstáculos.

H: hierros. Se acabaron los sufrimientos, que te miren mal en el trabajo por tener que ir a revisión de ortodoncia todos los meses y que el aparato se quede más comida que yo (a lo mejor perdí peso por eso...). Ahora sólo tengo que llevar un plástico durante un montón de horas y acordarme de pedir cita al dentista cada tres meses.

I: idiomas. A excepción de las clases de inglés que nos dan en el trabajo, ha sido mi asignatura pendiente en 2014. A ver si en 2015 puedo dedicarle algo de tiempo al alemán, que cuesta mucho aprenderlo y se olvida muy rápido.

J: junio. Ese mes hice una entrevista de trabajo, conseguí un nuevo trabajo y me fui de viaje al culo del mundo. No está mal. ¿verdad?

K (contiene la): friki. Bueno, esto no es una novedad de 2014, pero este año me he dado cuenta de que soy el consultorio de mis amigos sobre series y dónde encontrar contenidos digitales de dudosa legalidad.

L: lúpulo. 2014 ha sido el año de la cerveza. No es mi culpa: el médico me dijo que podía seguir bebiéndola pese a estar tomando drogas (con receta) y hay una cervecería estupenda a unos minutos de mi casa.

M: metro. Hay cosas que nunca cambian, y mi guerra con el Metro de Madrid es una de ellas. ¿Por qué por la noche los trenes están sincronizados para que pierdas el transbordo y tardes el doble en llegar a casa? ¿Cuándo van a climatizar la línea 5? ¿Por qué siempre hay (al menos) una escalera mecánica rota? ¿El metro lo limpian alguna vez? ¿Hay alguna respuesta correcta y precisa a la pregunta "a qué hora cierra el metro"?

N: nadar. ¿Que no es para tanto? Será para ti. Tuve que dejarlo por mi antiguo trabajo y volver a la piscina (a otra piscina) ha sido de lo mejor que he podido hacer en 2014. Eso sí, flipa con las tasas de Ana Botella para quienes queremos hacer deporte en la capital del reino.

Ñ (contiene la): mañanas. Las he recuperado para mí y por fin puedo hacer lo que me dé la gana, tener una rutina y vivir desconectada del trabajo.

O: nombre de sobri. Otro sobri, sí, pero este es un poco más sobri, aunque vive un poco lejos. Nació hace una semana en Londres, así que ya tengo excusa para viajar en 2015.

P: Phnom Penh. La capital de Camboya, una ciudad totalmente prescindible y una de los lugares que recordaré toda mi vida. Me liaron para un viaje al sudeste asiático en el que me lo pasé muy bien, pero la llegada esta ciudad fue totalmente traumática. A lo tarde que llegamos le añades el turismo sórdido y una amiga a la que no le vale ninguno de los alojamientos que veíamos por el camino (las ratas que campaban a sus anchas por la calle eran lo de menos). No hay cerveza barata suficiente en Camboya para compensarlo.

Q: quemada. Ya no estoy así, pero cada vez que hablo con mis excompañeros me entra el bajón porque veo siguen igual, y algunos incluso van a peor. Ya sé que no debería preocuparme pero con algunos aún sigo teniendo relación y entiendo mejor que nadie por lo que están pasando.

R: reencuentros. Llamadas sorpresa de "¿nos tomamos una cerveza? Estoy en Madrid", amigas de otra ciudad que ahora viven en la misma ciudad que tú, excompañeros que te echan de menos, gente con la que perdiste el contacto, personas a las que apenas conocías y ahora hablas con ellas todos los días... y así ha pasado un año.

S: salud. Mejor que en 2014, la verdad, aunque se tarda en volver a estar al 100%. Cambiar de vida también ayuda.

T: trabajo. El cambio no había podido ser más oportuno. En algo más de seis meses he aprendido más que en casi tres años en mi antiguo empleo. Tampoco tengo que lidiar con las injusticias que me estaban matando poco a poco y el horario es parecido pero está más cerca de mi casa y mejor comunicado y además no tengo que echar "horas extra" en mis horas y días libres, un tiempo que ahora es para mí.

U: uñas. Ya casi he dejado de mordérmelas, en parte gracias al aparato. ¿Ocurrirá el milagro en 2015?

V: veintinueve. Será mi última edad con v, porque en 2015 ya cambiamos de decena.

W: Wall Street. ¿De qué va mi nuevo trabajo? Pues ahí estoy, haciendo un curso acelerado de finanzas.

X: x. Sin más, como las incógnitas de las ecuaciones. Siempre me ha puesto muy nerviosa no entender cosas que me afectan directamente, pero últimamente me inquieta cada vez menos. ¿Estaré convirtiéndome por fin en una persona adulta?

Y: Yellen (Janet), presidenta de la Reserva Federal. No os dejéis engañar por esta señora que parece una abuelilla de las que tejen jerséis de reno. Después de tener que seguir en directo una intervención de hora y media sin traductor de esta señora, mi vida nunca volverá a ser la misma. Igual que con Phnom Penh, me ha quedado trauma.

Z: zapatillas. Las que tengo para correr son nuevas y son muy bonitas pero lo mejor de todo es que mi padre se ha comprado unas iguales. No es que me alegre que me haya 'copiado', lo que me alegra es que está más animado y tiene ganas de volver a hacer ejercicio (y tiempo). También mis zapatillas del Camino de Santiago se han portado en 2014: han sobrevivido a dos carreras de obstáculos y a un viaje al sudeste asiático.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Ya están aquí

Colas kilométricas que no sabes dónde terminan, una calle comercial que parece Tokio, gente que entra en el metro como quien entra en Disneylandia (pero empujando más), gorritos horteras, niños forrados de ropa de abrigo que intentan atravesarte corriendo cinco metros por delante de sus padres... Pues sí, ya están aquí las navidades.

Da igual que en el supermercado lleven un mes vendiendo turrones y mazapanes y que ya te hayan colocado la lotería del trabajo, de la familia, del bar, del gimnasio, de la piscina y de la peña atlética de Villar del Río, que ni sabes dónde está el pueblo ni por qué tienen peña atlética ni cómo has acabado con una participación. Da igual, porque la Navidad se manifiesta en todo su apogeo ahora, cuando sales del metro en Sol y piensas que ha vuelto el 15-M y tú no te has enterado.

El centro de las grandes ciudades se convierte en un peligro para tu salud mental, pero también para tu integridad física. Y lo digo en serio, porque lo he vivido: el otro día estaba esperando en Gran Vía y tres generaciones de una familia más bien tirando a amplia decidieron comenzar a reagrupar niños en el punto exacto donde me encontraba. Ya veía que iban a empezar a andar y me iban a arrastrar con ellos, como en la estampida de ñus de 'El rey león'. No os aburriré con los detalles de cómo conseguí escapar sin que tuviera que intervenir la Policía, pero ya veis que estoy viva.

Pero lo peor es lo que queda: la fiesta de Navidad de la empresa (con el agravante de que este año soy nueva y no conozco a nadie), la odisea de comprar los regalos, que cuando ya tengas todos los regalos comprados te llame tu madre para encargarte que les compres algo a los hijos de tu primo, que cuando ya hayas comprado tus regalos y los que te ha encargado tu madre te llame tu padre para preguntarte qué le puede comprar a tu madre, la cena de Nochebuena muriéndote de aburrimiento en casa de tu tía y que la única escapatoria a ver la misma peli de todos los años por vigésimotercera vez sea la misa del gallo, el infierno de organizar cenas, cuadrar agendas con los expatriados que vuelven a casa por Navidad (esto en realidad me gusta, pero me dan pereza las cabriolas para encajar muchas cosas en poco tiempo), cuadrar agendas con el resto de gente que también tiene cenas y amigos expatriados que vuelven a casa por Navidad y la multiplicación de gente en el gimnasio (con lo bien que se está en noviembre, que ya han desistido los que deciden apuntarse después de las vacaciones pero aún no han llegado los de los propósitos de fin de año).

No nos engañemos, en el fondo nos gusta. Aunque este año vayan a regalarte otra vez unos calcetines de rombos y el último Premio Planeta o una caja de sombras de ojos que nunca vas a usar. Aunque no se pueda pisar el centro. Aunque haya líneas de metro y autobús que es mejor evitar, incluso si para ello tienes que cambiar tu itinerario al trabajo.

Y Mariah Carey, no os olvidéis de Mariah Carey.

viernes, 31 de octubre de 2014

Fauna de gimnasio

Ya que le he dedicado una entrada a la fauna piscinera, lo menos que podía hacer era corresponder también a la fauna de gimnasio. Al cambiar de casa, también cambié de gimnasio y, salvo pequeñas diferencias, la fauna que se puede encontrar en un gimnasio de Fuenlabrada y en uno de cualquier barrio de Madrid es exactamente la misma.

- Señoras que boicotean las clases. El requisito de una señora para escoger clase es "me viene bien de hora". Con este criterio tan amplio, lo mismo se meten a pilates que a un entrenamiento de alta intensidad. El problema no lo van a tener ellas, faltaría más, sino el profesor que dé la clase y la gente que sí sabe en qué clase se está metiendo. Por algo son mayoría.

¿Alguna vez te has preguntado por qué cada vez hay más clases de zumba y de pilates y algunas actividades están casi desapareciendo? Exacto: las señoras.

- El chaval regordete que va a todas las clases. Al contrario que las señoras, no es que elija las clases que le vengan bien de hora, es que todas las clases le vienen bien. Es posible que viniera de regalo con la licencia de zumba.

- La septuagenaria que levanta la pierna hasta 180 grados. Nunca, repito, nunca, entres a una clase de yoga en la que esté ella: saldrás con la moral por los suelos. También es posible que lleve 40 años entrenando y tú, como mucho, llevas dos o tres. Ésta creo que viene de regalo con la licencia de pilates.

- Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Es posible que para abrir un gimnasio exijan una cuota de policías, militares y bomberos. La cantidad depende del número total de gente que se haya matriculado en ese gimnasio.

- Osos. ¿Has visto a ese barbudo grandote que está tan en forma? Pues juega en otra liga. En concreto, en una liga en la que sólo hay barbudos grandotes, y no es la ASOBAL.

- Los enteradillos. Una de las razones para llevar tu propia música al gimnasio (además de no tener que aguantar Máxima FM) es protegerte de las lecciones de los enteradillos. Como te pillen por banda, estás perdida. Ellos saben exactamente cómo hay que entrenar, a qué hora concreta, qué hay que tomarse antes y qué hay que hacer después. Y son tan majos que están dispuestos a compartirlos con el mundo entero. Un consejo: huye.

- Chicas con leggins. Por alguna razón que no alcanzo a entender, hay mujeres que renuncian voluntariamente a la comodidad y la opacidad que proporciona la ropa deportiva. Los leggins son a los gimnasios lo que los bikinis a las clases de natación. Hay un nivel más: las de los leggins estampados, que son las mismas que van a nadar en trikini.

- La hormiga atómica. Término acuñado por mi madre, se refiere a esa chica pequeñita que parece poca cosa pero en su interior tiene una fuerza sobrehumana y una resistencia bestial.

- Madonna. Tiene el mismo pantone de pelo y el mismo cuerpo que la cantante. Y lleva las mismas mallas de colorinchis.

- Los Hyundais. Mucha carrocería pero poco motor. No hacen falta más explicaciones.

domingo, 28 de septiembre de 2014

La Puerta de la Luna

Si hay algo que me gustaría tener en casa (además de calefacción cuando llega el invierno) es una Puerta de la Luna. No sé muy bien cómo se puede instalar una en un tercer piso pero eso es lo de menos.



Hasta tengo una lista mental de gente a la que tiraría por mi hipotética Puerta de la Luna en caso de tenerla. Por ejemplo:

- La amiga pesada que siempre viene llorando a contarte la misma historia.

- Algún exjefe.

- Esa persona sin la que tu entorno laboral sería algo más agradable.

- La gente que no responde a los mensajes.

- La señora de edad indefinida que va a todas las clases del gimnasio porque le van bien de hora y luego se queja de la clase.

- Esa gente que te marea durante días, a veces incluso semanas, para quedar una tarde y siempre recula en el último momento.

- El vecino de los horarios imposibles que lo mismo despierta a medio bloque por la noche muy muy tarde que por la mañana muy muy temprano.

- Los que saturan los grupos de wasap.

- La taquillera del cercanías que nunca me hace ni puto caso y sólo me da a la primera lo que le he pedido una de cada cuatro veces.

- Según el día, a mí misma.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Fauna piscinera

Como no puedo tener trauma por la vuelta al trabajo, porque llevo sin tener ni un día libre como una pringada desde el 30 de junio, el susto me lo he llevado al volver a la piscina. Bueno, realmente no ha sido una vuelta, porque no he vuelto a mi piscina de siempre, sino que he ido a una nueva. Vale, tampoco "nueva", dejémoslo en otra distinta.

Y ese ha sido uno de los sustos: que las instalaciones en cuestión podrían considerarse resto arqueológico. Y la gente que me voy a encontrar tres días en semana de aquí a final de curso estuvo en la inauguración.

Lo que no cambia de una piscina a otra, independientemente de su ubicación (y de cuánto tiempo lleve allí), es la fauna que podemos encontrar:

- Los 'asfixiaos'. Se pueden encontrar en cualquier actividad deportiva dirigida, no son una especie exclusiva de las piscinas. No se van a dejar adelantar por nadie, y menos por ti; ya puedes ser Michael Phelps, que su orgullo siempre va a ir por delante. Esto les suele durar unos cinco minutos, después ya empiezan a respirar como osos asmáticos y, con un poco de suerte, consiguen llegar al final de la clase saltándose largos/series/repeticiones de algún ejercicio.

-Señoras de edad y forma indefinidas. Uno de mis mayores miedos es que una de ellas se me acerque y me diga "Yo de joven era como tú". El día que eso ocurra, me meteré debajo de la mesa a llorar muy fuerte y nada podrá hacer que salga de ahí en dos meses. Bueno, quien dice "nada" dice "Jason Bateman con una cerveza y un helado".

- Señoras pudorosas. Se duchan y se cambian sin quitarse el bañador. Incluso son capaces de quitarse el bañador sin quitarse el bañador. ¿Cómo? Pues no lo sé, pero pueden hacerlo.

- Madres escandalizadas. Entran en los vestuarios y en las duchas de mujeres con una legión de niños (niños de género masculino, para más señas) y se ponen a criticar en voz alta y con toda la indignación que son capaces de reunir que ¡en los vestuarios de mujeres hay mujeres desnudas! Este podría ser el origen de las señoras capaces de quitarse el bañador sin desnudarse.

- Niños, muchos niños. Más vale que tengas controlada la hora a la que llegan para no coincidir con ellos. Como no llegues a la puerta de la piscina antes del segundo exacto en que les abren la puerta del autobús, entrarás en un atasco sólo comparable a una operación llegada en domingo entrando a Madrid por la A-6 con lluvia y accidente múltiple un kilómetro por delante.

jueves, 3 de julio de 2014

Volver

Soy consciente de que, desde hace un tiempo, he tenido el blog más que abandonado. Las circunstancias no han acompañado y no me apetecía nada nada nada ponerme a escribir en mis ratos libres. Tras una época no muy buena, las cosas (algunas cosas) por fin han cambiado a mejor, por lo que estoy haciendo todo lo posible por recuperar todo lo que tenía antes (al menos, todo lo que se pueda recuperar a estas alturas).

Hoy me he reafirmado en la opinión de que el hecho de que las cosas vayan mal no es excusa para no dar lo mejor de ti mismo, y de que siempre habrá un sitio donde se te quiere y se te aprecia; de que depende de nosotros mismos y de nuestra actitud la huella que dejemos al cruzarnos con otras personas.

Y mejor lo voy dejando ya, porque ni es mi estilo, ni es mi tono, ni es a lo que os tengo acostumbrados ni son horas. Sobre todo no son horas (y lo subrayo por si no ha quedado claro). Simplemente sentía la necesidad de 'soltar' todo el batiburrillo de sensaciones que me ha desbordado (desventajas de ser emocionalmente simple) antes de irme a dormir.