Todo empezó con una foto. Una foto hecha en el trabajo. Más de veinte personas, sólo cinco mujeres. A partir de ahí, se desataron los comentarios de amigos, familiares, compañeros de trabajo... Creo que, hasta entonces, nadie había sido capaz de medir el alcance.
Es entonces cuando te das cuenta de que un cromosoma con una patita de más no implica sólo una letra en el DNI, un letrero en la puerta de un servicio o en qué tienda te compras la ropa. Siempre pensé que, en Europa y el pleno siglo XXI, estas cosas ya no ocurrían, y menos en una profesión hasta arriba de mujeres.
Siempre había estado ahí, en la oficina, pero, hasta el día de la foto, nadie había hecho ningún comentario, más allá de lo obvio y siempre fuera del horario de trabajo y con una cerveza o una copa en la mano. Ese día fue diferente y fue un chico el que rompió el silencio: "vosotras no sois mujeres, sois supervivientes".
Horas después, y ya fuera del trabajo, el mismo compañero se despachó a gusto, aunque simplemente dijo lo que todos teníamos en la cabeza desde hacía ya tiempo. "A Fulanita la echaron porque se conoce que ya había demasiadas mujeres". "Si la becaria, en vez de Menganita, se hubiera llamado Manolo, aún seguiría con nosotros". "Es escandaloso, en las reuniones sólo hay una mujer y además no le dejan hablar".
Los demás, todos chicos, le daban la razón. Y yo, recién salida del trabajo, recordé de golpe todo lo que he visto, oído y vivido durante los dos últimos años: ver cómo el jefe le saca los colores a tu compañera por ir 'mona' a trabajar (o que te saque los colores a ti misma por llevar las uñas pintadas); que no pase nada porque dos compañeros estén de pie hablando de fútbol pero que te devuelvan inmediatamente a tu mesa por ir a pedir o a preguntarle algo a un compañero que necesitas para el trabajo que estás haciendo en ese momento; el mismo jefe, que entra por la puerta y va directo a saludar a los chicos, pasando de largo por tu sitio sin decir ni una sola palabra, día tras día; si estás al teléfono con alguien del trabajo que está fuera de la redacción y necesita algo estás "hablando con tus novios" pero tus compañeros entran y salen durante todo el día con el teléfono en la mano sin que nadie cuestione con quién están hablando.
Es curioso, parece que cuando es otro (en masculino) quien rompe el silencio los argumentos tienen más autoridad.
martes, 22 de octubre de 2013
martes, 15 de octubre de 2013
28 cosas (más una semana)
Los habituales sabréis que cada año publico algo el día de mi cumpleaños. Este año lo haré una semana después. No por nada, simplemente porque cuando tu trabajo es escribir, lo que menos te apetece al llegar a casa es seguir escribiendo. Claro, que así tengo el blog.
Este año, aprovecho el número para hacer una lista de esas que tan bien suelen tirar en Internet. A ver si consigo completar todas (y sin hacer trampas, no como en los ABC anuales).
Este año, aprovecho el número para hacer una lista de esas que tan bien suelen tirar en Internet. A ver si consigo completar todas (y sin hacer trampas, no como en los ABC anuales).
- Nací por cesárea.
- Creo que mi madre hubiera preferido un chico.
- Me iba a llamar Alba, pero en el último momento mi padre pensó que, con lo bien que hablan algunos familiares de esos que todo el mundo tiene en 'el pueblo', era tentar a la suerte y acabarían llamándome como al papel de cocina.
- Después de nacer, mi padre me llevó a hacerme los agujeros para los pendientes sin pedirle permiso a mi madre, que se vengó años después (ver 21).
- No tengo hermanos.
- Al contrario que la mayoría de los niños, aprendí a hablar antes que a andar.
- Con dos años, le llené a mi tía de patitos (o lo que a mí me parecían patitos por aquel entonces) toda una pared hasta mi altura de su casa en la playa.
- Tengo recuerdos anteriores a la caída del Muro de Berlín, aunque un poco difusos.
- No recuerdo cuándo aprendí a leer.
- Mis primeros libros fueron 'Asterix y los colores' y 'El niño descubre'. El segundo no me gustaba.
- Mi primer día de cole, mientras esperaba con mi madre, me salió sangre de la nariz. No entiendo por qué, porque ya llevaba un par de años yendo a la guardería.
- Me he metido en charcos (con consecuencias catastróficas) al menos tres veces.
- Pasé directamente de la serie blanca a la serie naranja de El Barco de Vapor.
- Siempre he odiado que me hagan fotos.
- Las únicas mascotas que mis padres me dejaron tener eran pájaros. Uno se escapó y otro murió de viejo cuando estaba en bachillerato (yo, al canario nunca lo escolarizamos).
- Un desastrosísimo examen de química en secundaria inclinó la balanza en favor de las letras.
- Cuando estaba en primero de bachillerato pesaba 42 kilos. Que nadie piense en trastornos alimenticios, es que tuve una bacteria.
- Saqué dos sobresalientes en selectividad (un 9 y un 10). En otro examen dejé sin contestar una pregunta y no me pasó nada.
- Cuando cumplí 18 años, mis padres encargaron una tarta que decía "Felicidades. Ya puedes votar".
- Voté por primera vez en las autonómicas en octubre de 2003, gracias al 'tamayazo".
- Mi madre esperó pacientemente a que tuviera 18 años y un piercing en la nariz para echarle en cara a mi padre lo de los agujeros de las orejas (ver 4).
- Mi primer trabajo fue envolviendo regalos en una campaña de Navidad. Repetí al año siguiente.
- No tuve viaje de fin de carrera.
- Aún no he recogido mi título de alemán. Si quisiera hacerlo, tendría que volver a pagar las tasas, porque perdí el recibo y en la Escuela de Idiomas juran y perjuran que no lo tienen.
- Tengo una afición un poco preocupante al material de papelería.
- Nunca salgo de casa sin reloj, salvo cuando voy al gimnasio.
- No sé cuánto peso.
- Lo más lejos que he llegado ha sido hasta la Costa Oeste de Estados Unidos.
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