Criticar al jefe está a la orden del día, todos lo hemos hecho alguna vez. Por mucho que hayamos tenido suerte y nos haya tocado un jefe majo, siempre hay algún momento crítico en que te tocan las narices con cualquier chorrada. Algunos se lo merecen y se han ganado a pulso todo lo malo que se pueda decir de ellos. Los jefes que más nos han puteado son los que más nos marcan y también son a los que más nos alegramos de perder de vista cuando terminamos un trabajo.
De entre todos los jefes que he tenido (es lo que tiene haber pasado por tantos trabajos temporales), los peores sin duda fueron mi jefa de la radio (allá por el verano de 2007) y mi jefe de Berlín (hace unos cuantos meses). Los dos tienen varias cosas en común: no me pagaban ni un duro, me exigían más de lo que me daban y cuando no sabían algo y tú sí no tenías manera de explicárselo porque los dos eran de cabeza cerrada (¡cómo iban a admitir que tú, simple becaria, sabes algo que ellos desconocen!).
Estos personajes parieron unas cuantas historias de ésas que sirven para hacer reír un rato a los amiguetes y amenizar reuniones familiares y eventos sociales varios (sí, también bodas) pero poco más. Cuando se marchan de tu vida, no te da tanta pena despedirte del trabajo que hacías, aunque te gustara (always look at the bright side of life, que decían los Monty Python). Pero a veces estos jefes regresan, como las películas malas de las que alguien decide hacer una secuela.
Un día, de pronto, me encontré con mi exjefa de la radio en el último lugar del mundo donde esperaba verla. Ahora trabaja en un gabinete de comunicación y, en aquel momento, empezaron a cuadrarme muchas cosas que he visto que salían de dicho gabinete. En fin, prefiero no saber cómo llegó allí ni cuánto le pagan; hay cosas que una ¿periodista? competente en paro no necesita saber, más que nada para no deprimirse.
El retorno de mi exjefe alemán fue más extraño. Primero, me llamó el día 1 de enero por la tarde para felicitarme el año. Pues vale, se agradece. En aquel momento no sospeché pero unos días más tarde (más o menos por reyes) me llamó por teléfono preguntando si podría terminar un trabajo que empecé durante la beca en Berlín. Mi móvil decidió morir justo cuando le dije que no podía irme unos días a Alemania porque sí para terminar un libro que maqueté durante mi contrato de beca, caducado hará como seis meses. Lo de preguntar si podía era una simple formalidad o una manera extraña de romper el hielo, porque más tarde me envió un mail con los archivos adjuntos, dando por supuesto que haría el trabajo. Pues te jodes, que no tengo tiempo.
Hoy, cuando estaba en el vestuario de la pisci (he vuelto a la vida sana), he visto una llamada de este señor. Después de llegar a casa, ducharme y encender el portátil para ver si había noticias de mi amiga Ruth (a la que últimamente quiero mucho y a la que aún le tengo que entregar unos papelotes muy bonitos sobre búsqueda de empleo en Irlanda), descubrí un email del exjefe (¡cansino!). Al igual que la vez anterior, me manda directamente los archivos adjuntos, dando por hecho que aceptaré el trabajo. Debe de pensar que no tengo vida, que me aburro y que me apetece que siga tocándome las narices desde 2.000km de distancia. ¿Por qué no se baja a comprar plátanos al Lidl y me deja un rato tranquila?
El problema es que este señor, por no pagar 600 ó 700 euros a un maquetador que le hiciera un libro, se apuntó como empresa al programa de becas Leonardo para pillar insensatos becarios europeos (como la que escribe) por toda la cara. Durante mi beca, maqueté un libro que no sabría explicar muy bien por qué existe (no, no es aquel famoso catálogo de ilustraciones de bragas, es algo mucho peor) y allí quedó la cosa, con todas la páginas terminadas. Ahora, al hombrecillo le ha dado por hacer un epílogo y nosequé mierdas más para añadirlas y ha decidido mandarme directamente los textos. Algunos me diréis que haga el trabajo y le cobre pero alguien que devuelve unos calcetines usados de año y pico con tomates a Footlocker diciendo que se los compró hace quince días y ya se le han roto no me parece un pagador de fiar, qué queréis que os cuente.
De momento, el mail está en mi bandeja de entrada, a la espera de que se me ocurra una respuesta adecuada. Pero, sinceramente, estoy pensando que se merece quedarse colgado con el libro sin terminar por cutre, por rata y por cansino (sobre todo por cansino).
¿Y si le metes mensajes subliminales (o no tan subliminales) en el texto y lo maquetas mal? XD
ResponderEliminarQue se vaya a explotar a otro, si se deja... Besitos!!!
Contestale directamente que si quiere que termines el trabajo tiene que pagarte 300 o 400 o los euros que creas que deberías pedir por ello, y que hasta que no veas el dinero en tu cuenta de ahorro no se lo vas a maquetar, a tomar por culo, pa jeta la tuya, que además es más bonica :)
ResponderEliminar¿Y si intentas lo que propone Min...? Si en tu cuenta no hay un pago desde Alemania, los archivos seguirán adjuntos en tu correo pero sin una bonita maquetación por tu parte
ResponderEliminarEstoy con Min. No pelas, no maquetación.
ResponderEliminarMira a los jefes ni AGUA! yo hoy he estado a punto de mandar al mio a tomar por culo, pero desgraciadamente, necesito el trabajo, así que toca respirar hondo y apretar el culo!
ResponderEliminarJajaja
Vaya pájaro! Lo de los calcetines con tomates me ha llegado al alma...
ResponderEliminarAlgún día haré yo también un post de jefes. Los de las empresas de telemarketing son los mejores. Pero las jefas de agencias de actores no se quedan atrás. Trató de hacerme un "contrato privado" para pagarme en negro y que encima sus asesores lo admitieran, con la siguiente excusa: "si te hago un contrato de verdad, me sales muy cara".
(Cobraba 400 euros ¬¬)
Pues lo de los calcetines no es lo único. También hay un escáner comprado para hacer un único trabajo de escaneo y posteriormente devuelto y cambiado por un nuevo escáner que de nuevo fue devuelto.
ResponderEliminarQué fuerte me parece como diría no sé quién por ahí. Ya hay que tener cara. Yo no le hacía el trabajo ni siquiera aunque me pagase, por cara dura. Joer con el tio.
ResponderEliminarYo lo único que digo es que las marcas de agua son jodidas de quitar. El dinero o un buen subliminal como dice vicky de fondo...
ResponderEliminarVeo que os ha dolido lo del jefe. Ná, le responderé al mail por cortesía diciendo que no entiendo lo que quiere hacer (que por otra parte es cierto) y si me pide algo, no tengo tiempo para tonterías (que también es cierto).
ResponderEliminarYo le escribiría diciendo que no sabes qué tienes que hacer con eso pero que, en caso de tener que hacer algo, tus honorarios son X y que cobras la mitad por adelantado. Lo mismo te saldría bien la jugada y, si no, te lo quitas del medio rápidamente.
ResponderEliminar