Con lo que no contaba era con los jóvenes que estos días inundan Madrid y con los que he compartido toda la ida y, para mi sorpresa, también la vuelta. ¿Qué leches tienen que hacer en lugares como Alcorcón y Móstoles a la una del mediodía? Yo creía que esta gente tenía una agenda con actividades en algunos puntos concretos de Madrid y que todos irían más o menos en la misma dirección y sobre la misma hora. Pero no, están por todas partes y todo el tiempo. Eso sí, con todo lo que he visto, hasta he podido hacer una clasificación:
- Gente normal: en un grupo humano tan sumamente grande hay de todo, incluso gente normal. Si no fuera por las camisetas y los kit de peregrino, hubieran pasado por grupos normales de turistas. Estaban en el metro, en grupitos, hablando entre ellos y sin montar escándalo. Lástima que no haya más de estos.
- Pesaos: hablan a voces, se llaman a gritos de un lado a otro del vagón, de vez en cuando les da por arrancarse a cantar una estrofa, se empujan... En este grupo hay un subtipo: los que se pusieron la camiseta oficial el primer día y no se la han quitado. Por favor, que estamos en agosto. Creo que no son necesarias más aportaciones odoríficas al ecosistema del metro.
- Imbéciles: también se les puede llamar "cansinos" o, directamente, "hostiables". En su mayoría niñatas quinceañeras, son como los pesaos pero mucho peores. Estos directamente se hacen putadillas y se chillan entre ellos, gritan consignas y vivas, se hacen fotos con flash dejando ciego al personal, ondean banderas en un vagón abarrotado de viajeros y cantan a gritos cosas como el waka-waka (con su "porque esto es África" al final, con dos cojones) o canciones que no se saben, como "Guif mi friiiidon - guif mi faaaayar - taaara lalá - laaara lalá". También tienen la versión kumbayá del "Follow the leader", que es lo mismo pero con acompañamiento de guitarra. Han logrado que echara de menos a los canis del reggetón en el móvil.
- Repijos: decir que son pijos se queda corto. Aparte de chavales de países en vías de desarrollo que se pueden permitir viajar a España más de una semana (por eso, y por sus relojes y gafas de sol, se deduce que sus padres están podridísimos de pasta) y fresas mexicanos (que son algo así como una versión aún más edulcorada de Paulina Rubio), había mucho repijo local. Se los reconoce fácilmente por dos detalles: los modelitos y peinados que me llevan y su total desconocimiento del metro y sus normas no escritas. De esto último se deduce una cosa: posiblemente sea su primer contacto con el transporte público. Cosas tan básicas como hacia qué dirección coger el tren, dejar salir antes de entrar, cómo colocarse en una escalera mecánica o que los botones de las puertas no funcionan cuando tienen las lucecitas apagadas les delatan: no han cogido el metro en su vida. Bueno, lo mismo en algún viaje a Londres o New York, quién sabe. Cosas del destino, con todo Madrid cortado no les queda más remedio que mezclarse con el proletariado. Eso sí, que no se piensen que para los usuarios de a pie y el resto del año sale tan barato.
- The walking dead: al contrario que el resto de jóvenes peregrinos que me he encontrado, estos van de uno en uno. Y hablo de ellos en plural porque he visto varios, con lo que deduzco que habrá muchísimos más desperdigados por Madrid y que, posiblemente, se multiplicarán según vayan pasado los días y el cansancio y la juerga vayan haciendo estragos. La característica fundamental de estos es que parece que acaban de salir de una farra brutal en un after, aunque llevan la camiseta oficial de las JMJ y su credencial colgada del cuello. Además, se puede observar que caminan igual que yo al final de un día en el que he estrenado unos zapatos que me hacen rozadura. Sin duda alguna, todo un ejemplo de juventud sana.
Y sólo van tres días de JMJ. Verás tú la fauna que quedará el último día.
¿Y el papa en qué grupito se encontraría? :D (si, en el hipotético caso de que fuera en transporte público, claro)
ResponderEliminarYo creo que estaría entre repijo (porque seguramente no haya cogido el transporte público en su vida) o walking dead.
ResponderEliminarGran cuestión lo de las camisetas amarillas:
ResponderEliminar- ¿Les daban tantas como días fuera a durar su estancia en Madrid?
- ¿Las lavaban (espero que con algo de jabón) al llegar a sus campamentos base y se las volvían a poner?
- ¿Amortizaban el regalo identificatorio sin pararse a pensar en su higiene y salud y la de las personas que les rodeaban/rodeábamos?
Supongo que también se podrían establecer tipologías
Había muhcos que llevaban su propio "uniforme". Lo lógico sería que lavaran la ropa al llegar al campamento base, pero el chavalín que me tocó al lado a la vuelta parecía desconocer el proceso de lavado a mano. Si hubiera sido por la tarde, entendería que después de todo el día en movimiento en pleno mes de agosto oliera a tigre siberiano, pero es que era poco más de la una del mediodía.
ResponderEliminarYo, muy inteligentemente, salí huyendo de la quema justo esa semana, pero esta mañana he visto en mi barrio tres jotaemejotas, aún con el uniforme, aprovechando para hacer turismo.
ResponderEliminar¿Por qué van todavía con el uniforme, si ya no hay jotaemejota ni Papa?
ResponderEliminarAyyy qué pesadilla de gente, y qué mosqueo tenían los madrileños. Creo que ni uno me ha hablado bien del evento papal.
ResponderEliminarMenos mal que me fui a los dos días, porque me estaba poniendo de una mala leche...ufffff. Qué invasión, no dejaban ni andar por la calle, ni en el metro, la Renfe era bestial, ni siquiera nos dejaron en paz en nuestra amada plaza, que limpiaron con la colaboración de la policía para estar a su antojo. Se pensaban que la cuidad era suya.
Les han dejado Madrid a su disposición con todo tipo de descuentos en tiendas y bares, y a los de aquí ni agua. Qué ascazo. Que no vuelvan por favor, porque de educación vi yo poquita.
Lau me lo llevo al Face, que mola tu post.
Muy bien, que Internet está para compartir :)
ResponderEliminar