Como ya dejé caer por ahí, he pasado unas dos semanas en Berlín (que terminan hoy), haciendo un curso intensivo de alemán. Por razones varias, poco después de la mitad de mi estancia tuve que cambiarme de casa, ocupando la habitación de un amigo de Gamab (alias buscabalas), que está de exámenes en Madrid. Como no me gusta dejar todo hecho un asco, hoy, que es mi último día, he puesto la lavadora nada más levantarme. Qué mínimo que dejar las sábanas limpias y, ya de paso, termino de llenar la lavadora con mi ropa sucia. Algo menos que tengo que hacer cuando vuelva.
Supongo que el lavado se desarrolló con normalidad, aunque es difícil saber a ciencia cierta qué ocurre en el interior de una lavadora de carga superior. Lo extraño vino después, cuando saqué toda la ropa para tenderla. Entones, y sólo entonces, hicieron acto de presencia dos calcetines que tenían las siguentes características:
- No eran míos. Ni por color, ni por modelo, ni porque me sonara haberlos visto en algún momento de mi vida.
- No eran pareja. Lo mismo se cansaron de sus respectivos y se fugaron juntos, vete tú a saber.
- No estaban en la lavadora cuando metí mis cosas dentro.
En lo que colgaba bragas y camisetas del tendedero, llegué a la conclusión de que todas las lavadoras del mundo están interconectadas, como portales de acceso al multiverso o los mostradores de facturación de los aeropuertos. En teoría, tus calcetines deberían salir en el lugar del mundo en el que te encuentres tú, igual que tus maletas. A veces, el sistema falla y tus calcetines acaban en una lavadora de Berlín, igual que tus maletas pueden aparecer en Río de Janeiro en vez de regresar contigo a Madrid. Y del mismo modo que habrá una maleta solitaria dando vueltas en la cinta del aeropuerto de Río, alguien encontrará tus calcetines perdidos, preguntándose de quién serán.
Es decir, según esta teoría, en algún lugar del mundo habrá ahora mismo alguien sin maleta en el aeropuerto y una persona con dos calcetines desparejados rebuscando en la lavadora.
¿Seguro que sólo pasa con los calcetines? En caso de que las lavadoras sean puertas a universos paralelos, no me importaría meterme en una (aguanto bien debajo del agua), a ver dónde aparezco.
ResponderEliminarBueno, lo mismo también pasa con gayumbos y bragas. Aunque encontraras una lavadora en la que quepa un ser humano (las lavadoras industriales, por ejemplo), no te aconsejo que lo pruebes.
ResponderEliminarSe nota que no has oído hablar del unicornio rosa invisible... ¡hereje!
ResponderEliminarEse calcetín es mío.
ResponderEliminar¿Seguro? Son dos calcetines de hombre de color negro, uno con una franja gris y otro con una franja verde. Si los reconoces como tuyos, se quedaron en Berlín.
ResponderEliminarJajajajja, jajajajjaja, jajajajaja! ¡Lo que me he reído con la interconexión 'lavadorística' y la de las cintas de aeropuerto! Jajajajaja!
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