viernes, 28 de marzo de 2014

Entrenamiento para torpes: día 1

Un buen día, sin venir a cuento, los astros se alinearon y mi padre decidió que iba a perder la tripa (los michelines nunca le han molestado, pero dice que por lo de tener tripa no pasa), mi madre se apuntó a pilates y a mí me liaron para apuntarme a una carrera de obstáculos. Y así, mi padre empezó a salir a andar (próximamente será correr, o eso dice), mi madre se compró toda una colección de accesorios muy cuquis marca Decathlon y yo decidí que en algún momento tendría que empezar a entrenar un poco en serio. Ese momento ha llegado y hoy sin avisar, como las malas visitas.

Después de cuatro días de gripazo, infusiones y Paracetamol, por fin me he encontrado en condiciones para levantarme de la cama a una hora decente (siempre según mis estándares de persona que trabaja por la tarde), me he enfundado las mallas y he bajado al gimnasio.

Nada más entrar por la puerta me ha caído la primera:

Laura: ¡Hola!
Profe: ¡Hola Laura! En quince minutos empezamos con la cuerda.


Por resumir la 'clase' de esta mañana, digamos que hay tres formas de hacer las cosas: la fácil, la difícil y la jodida. Mi profe ha decidido empezar por la jodida y el resultado podía ser más desastroso, pero no por mucho. Menos mal que siempre hay algún bombero cerca para mejorar la media.

Ahora tengo dos mantras: "La cuerda de la carrera tiene nudos" y "Me quedan dos meses para aprender a trepar".

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