jueves, 25 de febrero de 2010

Lerditud

Sí, qué pasa, me acabo de inventar una palabra. La RAE no tenía nada que se ajustara a mis necesidades, así que lo he tenido que crear yo. No ha quedado tan mal ¿verdad? A lo que iba: salir a los descansos con los profesores es una experiencia enriquecedora. A mi compañera de al lado (que viene del curso anterior) y a mí no nos quedaba más remedio, si queríamos huir de ciertos personajes y comentarios, al menos en la hora del descanso, que para eso está.

Todas las mañanas, a eso de las 11, bajamos con nuestro profesor, recogemos al profe de la clase de al lado (que da cursos de programación) y nos vamos los cuatro a un bar, cuyos camareros merecen post aparte, porque los dos se las traen. Ojo, eso no significa que les vaya a dedicar un texto a los camareros. Lo digo por todas aquellas (porque siempre sois chicas) que siempre queréis información adicional, siempre y cuando prometa ser absurda.

Si mis compañeros de este curso ya se las traían, la colección de alumnos extraños que sacó antesdeayer a la luz el otro profesor no tiene desperdicio. Para empezar, en el curso de la tarde ha dado por imposible, después de seis semanas de intentos, que los alumnos consigan programar. Pero lo mejor son los dos alumnos de los que nos ha hablado: la alumna que programa aleatoriamente y uno que ha programado algo con un funcionamiento similar a "la paracaja de Farnsworth" (aquí un enlace, para quienes no hayan visto ese capítulo de Futurama).

La alumna que programa aleatoriamente: de ésta hay poco que decir. Le explican los ejercicios, los comprende y programa cualquier otra cosa de manera aleatoria. No sé si la elección será tan al azar porque, según nos explicó este profesor, un día le dijo que había aplicado otro método en lugar del que era necesario porque le gustaba más. Esto me recordó a cierta compañera del curso de Avid (seguro que Hell's Tea tiene ahora mismo una imagen nítida de esa persona) que utilizaba los recursos de edición y las transiciones según le parecieran más o menos bonitos. Me pregunto si serán familia.

La paracaja de Farnsworth: le dimos este nombre porque la imagen que nos vino a todos a la cabeza fue un momento determinado del final del episodio de Futurama con el mismo nombre. Será mejor dar las explicaciones que precedieron a la imagen mental colectiva:
  • Descripción del ejercicio según el profesor: el alumno creó un programa que se comprimía a sí mismo y después se necesitaba de nuevo a sí mismo para descomprimirse.
  • Símil para hacer más accesible la descripción: es como cerrar una puerta con llave por fuera desde dentro.
  • Desarrollo del símil anterior, según mi compañera: es como si tienes que abrir el maletero del coche pero las llaves están dentro.
  • Desarrollo de la explicación según mi profesor, basándose en la explicación de mi compañera: tú estás fuera, con la llave en la mano (levanta la mano como si tuviera agarrada una llave imaginaria), y, de pronto, pasa algo (movimientos circulares con las manos evocando el caos) y apareces en el maletero (se encoge) con la llave en la mano (vuelve a levantar la mano como si tuviera agarrada una llave imaginaria) y tienes que usarla para abrir la cerradura desde fuera y salir.

martes, 23 de febrero de 2010

Sobre los portales de empleo

Como ya habréis visto, no soy dada a comentar noticias o estadísticas en este blog pero este fin de semana encontré una que me llamó bastante la atención. Me topé con ella casi por casualidad en un blog de la edición digital de un periódico de tirada nacional. El titular era "Aumenta el paro y bajan las visitas a los portales de empleo" (podéis leerla entera, aunque no dice gran cosa).

Supongo que todos hemos usado alguna vez un portal de empleo (así me ahorro algunas explicaciones). Yo, de hecho, estoy registrada en varios, con resultados más que predecibles atendiendo al nombre de mi blog. Si a todo el mundo le funciona este método de búsqueda de empleo tan bien como a mí, no es de extrañar que hayan bajado las visitas a este tipo de páginas.

Si uno es asiduo a estas webs, se puede encontrar cosas tan curiosas como que las ofertas son siempre las mismas (año y pico que lleva ya la oferta "redactor televisión con nivel alto de alemán"), piden cosas imposibles (redactor nativo checo menor de treinta años con un mínimo de siete años de experiencia) o no saben ni lo que piden (diseñador web con conocimientos de InDesign y QuarkXPress).

Está visto que estas cosas no funcionan y, además no aportan nada nuevo. Bueno, Infojobs tuvo la genial idea de incorporar un servicio de inscripciones premium a las ofertas de empleo que no sé yo si habrá tenido mucha acogida. Desde aquí propongo otra cosa más efectiva, dada la sociedad en la que vivimos: crear una red de búsqueda de enchufes. Sí, nada de buscar empleo directamente, búscate un enchufe que te busque empleo y listo. Luego, los enchufes pueden valorarte como enchufado y quien tenga buenas puntuaciones podrá conseguir mejores enchufes. ¿Qué os parece? Como ya he dicho, dada la sociedad en la que vivimos, sería lo más efectivo.

viernes, 19 de febrero de 2010

Por qué creo que debería tocarme la lotería (o algún otro sorteo de Loterías y Apuestas del Estado)

Debería tocarme la lotería (o algún otro sorteo de Loterías y Apuestas del Estado) porque considero que el destino, el karma, el universo o lo que a cada uno de vosotros se os ocurra me debe una indemnización muy gorda. "¿Por qué?" os preguntaréis. Pues por los siguientes motivos:
  1. Llevo en paro desde que terminé la carrera.
  2. Mi abuela me odia y tengo constancia de que va por ahí criticándome.
  3. Mi madre quiere más a Gamab que a mí.
  4. Mi madre se excusa de la acusación del punto 3 diciendo que "no has salido tan mal pero tienes tus cosas" y que habrá que quererme tal como soy (con tono de "porque eres nuestra hija y después de 24 años ya hemos asumido que no podemos cambiarte").
  5. Soy bajita (no llegar a las estanterías es un buen motivo para enfadarse con la vida).
  6. Hace un par de semanas tuve que cancelar a última hora un viaje que llevaba reservado dos meses.
  7. Hace tres días me pegué un hostión en las escaleras del metro del que tardaré al menos dos semanas en recuperarme.
  8. Madrugo los sábados.
  9. Mis compañeros del curso del INEM son lerdos y eso, a la larga, perjudica seriamente la salud.
  10. Porque estoy tomando tantas pastillas (alergia, estómago sensible después de haber tenido una bacteria que tardaron años en detectar y erradicar y analgésicos varios para la hostia del metro) que ya no sé ni lo que escribo.

martes, 16 de febrero de 2010

Qué malita estoy (y qué poco me quejo)

Llevaba ya unos cuantos días sin actualizar y estaba pensando si hablar sobre la sanidad pública (que me ha dado cita para hacerme una prueba el 19 de noviembre a las 10:30 de la mañana), sobre el metro de Madrid (que tan buenos ratos me hace pasar todas las mañanas) o sobre mis cursos para parados. Fíjate por dónde, hoy me ha ocurrido algo que junta las tres cosas: cuando volvía a casa desde el curso, he resbalado en las escaleras del metro y he terminado en la sala de espera de traumatología del hospital público más cercano. Bonita forma de pasar un día de lluvia ¿verdad?

La caída ha sido... bueno, digamos que dolorosa. Las escaleras mecánicas estaban apagadas, según los trabajadores del metro que han venido a que les rellenara el parte porque con el agua que trae la gente desde la calle se mojan. Me ha tocado bajar por la escalera de piedra, que también se moja con el agua que trae la gente de la calle, por si los trabajadores del metro no se han dado cuenta, y ahí he sido donde me he piñado. He hecho un amago de resbalón que sólo se ha quedado en eso y luego ya me he caído en serio. Cuando notas todo el peso de tu cuerpo cayendo a plomo sobre la arista de un escalón, sufres, te lo puedo asegurar. Luego han venido unos minutos difusos de respiración dificultosa, calores, mareos y ganas de vomitar pero me he repuesto rápido (o eso creo). Levantarse ya ha sido más complicado pero los del SAMUR han sido pacientes y me han ayudado, que para eso están.

Después de ponerme una pinza en un dedo (¿alguien me explica qué es eso, porfi?) y comprobar que tengo una tensión estupenda y nada roto (menos mal), me han dado dos opciones: volver a casa por mi cuenta y allá me las apañe o llevarme al hospital más cercano a que me viera un traumatólogo. Analicemos mejor las dos opciones: volver de Diego de León a Fuenlabrada en hora punta y en transporte público y pasar la tarde en el hospital de esta bella ciudad del sur de Madrid o ir en ese momento a un hospital menos saturado. Hombre, creo que no hay que pensar mucho. Me he despedido de mi compañera del curso, he hecho las llamadas pertinentes y a los pocos minutos estaba aparcada (literamente, porque me han colocado en una silla de ruedas incomodísima) en el recibidor de urgencias del hospital más cercano. Luego una enfermera muy maja me ha aparcado en la sala de espera de traumatología donde he hecho lo que el propio nombre de la sala indica: esperar. Mientras esperaba (a la traumatóloga, a mis padres y a Gamab), he oído a unas señoras decir que Ana Belén estaba por allí y he tenido un encuentro surrealista con una enfermera:

Enfermera - ¡Hola!
Laura - Esto... hola
Enfermera - ¿Qué tal te encuentras? ¿Estás mejor? [¿me habré perdido algo después de la caída?]
Laura - Eeeeeh... bueno, me duele bastante la espalda y...
Enfermera - Es que te he visto antes en el metro [claaaro, ahora todo cobra sentido]

He seguido esperando, ha llegado Gamab (menos mal, porque estar dolorida y sola en una sala de espera no mola nada), he visto que traía comida (¡bieeeeeen!) e inmediatamente ha salido la traumatóloga a llamarme. Me ha revisado la espalda y me ha mandado a rayos. Mientras esperaba, he vuelto a encontrarme con la enfermera del metro, que le ha contado al radiólogo que los del metro han apagado las escaleras mecánicas y que la escalera de piedra estaba empapada, entonces, claro, la pobre chica se ha resbalado. Cuando he pasado al cuartucho donde te cambias de ropa, he tenido una experiencia muy reveladora sobre qué es el dolor físico. Como no podía ser de otra manera, la máquina de rayos X ha dado algún que otro fallo, porque a mí siempre me tiene que pasar algo (más), y me han tenido de pie pasándolas putas más tiempo de lo debido. Luego me han mandado a la sala de espera, a seguir esperando.

Han aparecido mis padres, Ana Belén ha pasado por detrás de donde me tenían aparcada (Hell's Tea, no está tan joven como parecía en los Goya pero sigue estando de buen ver; mejor pídele la dirección del endocrino/dietista/loquesea, porque como mucho está en una talla 36 y sin parecer una yonki, que tiene más mérito) y he pasado de nuevo con la traumatóloga. Era muy maja pero no me ha dado muchos ánimos. "Vas a estar jodida dos semanas. Bueno, está semana vas a estar muy jodida y la semana que viene sólo jodida". Anda, dame unas cuantas drogas, que así se me hace más llevadero. También me ha dicho que vaya al médico de cabecera a pedir la baja (para el curso, se entiende, aunque los trabajillos freelance que voy consiguiendo no perdonan). Y aquí me tenéis, tumbada como buenamente puedo y actualizando el blog con esta experiencia taaaaaan enriquecedora. Sin duda, hay cosas que fortalecen el espíritu, aunque te dejen el cuerpo hecho caquita.

jueves, 11 de febrero de 2010

Cada día soy más asocial (a.k.a "Tanto gilipollas y tan pocas balas")

Ya me da hasta vergüenza llevar más de una semana sin actualizar. La excusa de "no he tenido tiempo" no vale, porque tardo como unos 10 minutos en escribir un post razonable. Voy a ser original y me voy a buscar una excusa sincera: he estado haciendo tantas cosas (maquetar mucho, por ejemplo) que me daba pereza escribir y he usado los ratos libres para leer, ver series o, simplemente, chatear.

Mientras tanto, sigo con mi curso para parados. No está mal pero podría estar mejor si no fuera por una cosa: los compañeros. El ambiente general de los otros cursos en los que estuve era muy bueno pero aquí... bueno, digamos que es diferente. La media de edad es mucho más alta, no sé hasta que punto podrá influir. En general, se podría decir que la inutilidad, la prepotencia y la falta de educación son directamente proporcionales.

Por ejemplo, tenemos al personaje aquel que se manifestó abiertamente en contra de la educación pública (pero bien que se apunta a cursos gratuitos). Está bastante perdido con Photoshop (y sospecho que si le diéramos el Paint pasaría lo mismo), no se entera de nada, opina de todo porque él lo vale y entorpece bastante el ritmo general de la clase. También le tenemos que esperar para cerrar la clase antes de irnos al descanso, porque se queda escribiendo mails a cinco dedos (cuatro de la mano izquierda y el índice de la derecha). Por lo que me ha contado mi compi (la que venía conmigo del curso anterior y con la que salgo a los descansos), tiene además la desvergüenza de criticar al profe, que invierte en él más tiempo y paciencia de las que se merece. Consejos para este tipo: aprende a escribir a dos manos, muérdete la lengua de vez en cuando y a ver si se te bajan un poquito los humos.

Sigamos pues: el compi de detrás. Dice que trabajó en un medio muy grande en el que yo también he trabajado pero sé que es mentira. En realidad, trabajaba en un departamento afín a ese medio pero se conoce que le mola tirarse el rollo. No le voy a decir nada, no quiero quitarle la ilusión de que piense que le creemos. Ya sólo por haber trabajado ahí, va con el ego muy subidito. Le puedo sacar mi currículum y se echaría a llorar pero prefiero dejarlo viviendo en su autoengaño. Tiene pinta de ser de la variedad de periodista que yo llamo "redactor tocapelotas", por un comentario que hizo durante su presentación: "yo sé maquetar porque me he sentado a veces al lado de los maquetadores". ¡Toma ya! Por esa regla de tres, todos los viejos que miran obras son expertos en arquitectura. Seguro que es de esos que van a la mesa del maquetador y le sueltan: "yo no soy maquetador pero ¿por qué no pones esto así y luego esto aquí y le cambias el tamaño a esto y el color a esto otro?" y se indignan cuando el maquetador les contesta "porque no se puede". Este señor, entre otras cosas, es daltónico, lo cual es una cualidad nada desdeñable en un curso de diseño gráfico. Junto con su compañera de al lado, se dedican a cuestionar todo (absoluntamente TODO) desde su particular punto de vista: por encima del bien y del mal.

La compañera de al lado del daltónico está haciendo paralelamente un curso online, donde le enseñan las nociones básicas de Photoshop (barra de herramientas y poco más). Ya con eso, la tía va de sobrada y mira a los demás por encima del hombro. Parece que controla pero, cuando nos ponemos a hacer ejercicios, está más perdida que un hijoputa el día del padre. Como es guay, nos critica en sus conversaciones con su compañero daltónico. Por ejemplo, ayer, cuando después de haber hecho cuatro veces el mismo ejercicio (y que ella no hubiera terminado) mi compañera y yo nos metimos en nuestras redes sociales y cuentas de correo electrónico. La frase básica de la conversación que tuvo lugar a nuestras espaldas fue "Es que la gente se pasa el día en Facebook", a lo que a una le entran ganas darse la vuelta de contestar "Pues no, también me meto en el correo electrónico y en el reader. Y, si no tuviera que esperar media hora a que tú termines un ejercicio que se hace en cinco minutos, no tendría que buscar formas de entretenerme en la red". Pero yo soy educada, no como algunos de estos personajes.

El siguiente sujeto del que voy a hablar se autoproclamó torpe el primer día, durante el descanso para el segundo desayuno. Admitió que no tiene ni puta idea de imagen ni de diseño y que superó la prueba de selección buscando las respuestas en Google. Empezamos bien. Tampoco tiene ni puta idea, canta mientras hace los ejercicios, el profesor también gasta una cantidad ingente de paciencia y tiempo con él y, además, es de los que le critican, incluso durante la clase, justo después de resolverle una duda más bien chorra (¡coño, córtate un poco!).

Soy consciente que mi compi y yo les caemos mal. Sé que parte de los sentimientos que les despertamos vienen por nuestra corta edad pero también porque nos sentamos en primera fila, porque hacemos los ejercicios a toda hostia (y hasta nos salen bien), porque hacemos lo que nos da la gana cuando el profe no está explicando (o cuando está explicando algo que ya sabíamos hacer), porque conocemos a las coordinadoras de los cursos y porque también conocíamos de antemano al profe, con el que nos bajamos a tomar café en el descanso. Que me pongan a parir me da igual, que piensen lo que quieran, pero alguien les debería decir que a los profesores se los respeta, sobre todo cuanto están gastando en ti un tiempo y una paciencia que no mereces y le correspondes con cualquier cosa menos con resultados. Por si esto fuera poco, se dejan los móviles encendidos y ponen vídeos con sonido sin cascos. Seguro que luego serán de los que se indignan cuando oyen que los chavales de los institutos no respetan a los docentes.

Photoshop está siendo muuuy divertido, tendríais que haber visto el pifostio que se ha montado hace un rato para escribir un color en hexadecimal. Cuando pasemos a Illustrator o InDesign, va a ser la juerga padre.

martes, 2 de febrero de 2010

Cursos de formación para trabajadores desempleados (vol. II)

Ayer mismito, cumplí dos semanas en otro ameno curso para parados. El anterior terminó el viernes 15 de enero. Tenía un nombre muy largo que incluía cosas como "señales audiovisuales", "transmisión" y "tratamiento" pero al final resultó ser "Premiere para lerdos. ¡Tú también puedes manejar el paquete Adobe!". El profe jura y perjura que pidió gente con nota alta en la prueba de nivel pero, como la susodicha prueba se hace por Internet, no se sabe a ciencia cierta si el que tiene nivel alto es el alumno, el vecino del quinto o Google. Aprendí algunas cosas muy útiles, como cuántas veces seguidas puede petar un ordenador, que a mi profe no le importa que haga los deberes de ruso en clase si mi ordenador está muerto y que se puede hacer dibujo vectorial en la tituladora de Premiere (pero para eso hay que estar muuuuy aburrido).

Tuve un fin de semana de descanso y, el lunes siguiente, empecé este nuevo curso. También tiene un nombre muy largo y muy rimbombante que, de momento, se podría resumir en "Introducción a CS4. Con Photoshop, Illustrator, InDesign y Dreamweaver vas que te matas". Los requisitos para entrar eran la releche, así que cinco de mis compañeros de "Premiere para lerdos" se quedaron fuera y entramos otra compi y yo. Una vez allí, quitando una diseñadora gráfica, mi compi y yo, el resto van bastante perdidos. La media de edad es bastante más elevada que en "Premiere para lerdos" pero he llegado a una gran conclusión: en todos los cursos relacionados con el mundo del audiovisual hay un publicista.

El ambiente en clase... bueno, aburridillo. Era mucho mejor en el otro curso, la verdad. La otra chica que venía de "Premiere para lerdos" y yo nos bajamos a los descansos con nuestro profe (prometo post con frases célebres, que dan para mucho) y otro que da programación y administración de redes (eso para los informáticos), así que no nos juntamos mucho con el resto. Aunque si todo el contacto que tengo con ellos es como la conversación que tuve el otro día en el metro, prefiero seguir pareciendo "la enchufada". Como muestra, esto que tuve que escuchar en el metro y que me dejó bastante tocada:

Alumno - Es que las universidades no tendrían que ser públicas.
Laura - ¿Por qué?
Alumno - Porque ahora cualquiera puede acceder una carrera. No es como antes, cuando mi padre estudió Derecho, que sólo unos pocos podían ser licenciados. Con eso de "el hijo del obrero, a la universidad", se están cargando la sociedad.

En este punto, dudo entre hacer cualquiera de estas dos cosas:
  1. Contestarle que alguien que no tiene ni puta idea de lo que es un archivo tiff y es incapaz de encontrar los menús en un programa de Adobe no debería tener acceso libremente a un curso de diseño gráfico, por muy licenciado en Derecho que sea su padre.
  2. Escupirle en un ojo y echar a correr en cuanto el metro pare en la siguiente estación, porque es el doble de grande que yo y puede tomar represalias. Me da igual que correr sea de cobardes.
Finalmente, no hago nada, el metro llega a mi estación y continúo mi largo trayecto hacia Fuenlabrada, esa ciudad en la que parece ser que no tenemos derecho a formación universitaria y donde la gente dice cosas como "Pesi".