Estoy escribiendo esta entrada con cierto recelo, porque, esta semana, cada día en el trabajo es una nueva aventura y tengo miedo de que mañana pase algo aún más grave y se me quede el post desactualizado. Al menos hoy he salido de día, que era algo que hacía mucho tiempo que no me sucedía (tanto que ni me acuerdo).
La mejor manera de contar esta historia será en orden estrictamente cronológico y separado por días, así vamos a ello.
Lunes: ¿Planillo? ¿Qué es un planillo?
Para no perdernos con la organización de mi empresa, diré que, en lo que a mí respecta, se puede organizar de la siguiente manera: dueño, jefe 1, jefe 2, jefa y el resto. El dueño sería el que paga nuestros sueldos, por eso lo he puesto en el primer lugar. Además, es el único que puede darles la patada en el culo a los jefes, así que es lógico que esté en la posición más alta del organigrama.
Mi jefa es la que todos los días se enfrenta a la ardua tarea de confeccionar el planillo. Para los no iniciados en el mundo del periodismo, un planillo es un montón de papeles en el que se pintan las hojas con las secciones y la publicidad. Colocar la publicidad en los planillos suele ser todo un desafío, sobre todo desde que el jefe 1 tuvo la idea de poner una serie de páginas en blanco y negro, en las que no podemos meter publicidad porque los anunciantes pagan por aparecer en color. Pero eso es otra historia.
El lunes llegué al trabajo y me encontré a mi jefa en su mesa, con las páginas del planillo y la tabla de publicidad de ese día delante y cara de decir "¿y yo qué cojones hago con esto?".
Laura - ¡Wenas! Uy, qué cara... ¿Qué ocurre?
Jefa - Nada, que jefe 1 ha añadido ocho páginas al periódico de hoy y no hay publicidad para tanto.
Laura - Ni contenido. ¿Cómo vamos a llenar ocho páginas más, si en enero no ocurre nada y apenas tenemos para llenar todos los días?
Jefa - Pues piensan meter seis páginas sobre el congreso del pepé.
Laura - ¿Pero eso da para seis páginas? [al margen de que eso sólo nos quitaría el marrón de hacer cuatro páginas]
Jefa - Yo qué sé.
Una vez hecho el planillo, de pronto el reportaje de seis páginas ya no ocupaba seis páginas (ocupaba menos) y una de las páginas de la sección de Opinión mutó a Internacional (lo sé porque me tocó hacerla antes de irme a casa). Y digo yo, ¿para qué se molestan mi jefa y el comercial de publi en cuadrar todos los días un planillo, si luego se lo van cambiando a lo largo del día?
Martes: Ya lo publicaremos mañana
Igual que todos los días, llego y me encuentro a mi jefa haciendo el planillo del día. Vamos, lo habitual. A las dos y pico, cuando ya estaban todos los temas decididos y le habíamos guardado espacio a una entrevista de dos páginas que iban a hacerle los jefes 1 y 2 a un político local, de pronto me doy cuenta de que mi jefa está hablando por teléfono con el jefe 1.
Jefa - Te mato... pero muerto 'matao'...¿cómo que no se puede publicar hoy?... ¿y ahora qué hacemos?... joder, pero esto me lo tendrías que haber avisado antes
(y así siguió la conversación durante un rato)
Laura - ¿Qué pasa?
Jefa - Que no se puede publicar la entrevista. La han dejado para mañana.
Laura - ¿Y esas dos páginas?
Decidimos que lo mejor era tomarse la vida con calma, porque teníamos que esperar a que ocurrieran una serie de cosas para poder escribir sobre ellas y no podíamos empezar a trabajar. Mi jefa y mi compañera decidieron que era un buen momento para ir a recoger las facturas de un medio con el que colaboran, así que nos abrigamos bien y nos fuimos de excursión en busca de los papeles atrasados.
Allí conocí "el ascensor que sólo sube" (y tampoco es que se le dé muy bien subir) y a gente nueva. Una de esas personas que formaban parte del grupo de gente nueva tenía cerca un ejemplar de nuestro periódico y empezó a preguntarnos por los últimos cambios, que en gran parte van en el diseño pero también en los contenidos.
Chica del otro medio - ¿Pero qué le habéis hecho al periódico?
Jefa - Nosotros nada
Chica del otro medio - ¿La nueva dirección?
Compañera - ¿Tú qué crees?
Chica del otro medio - Es que ya no es local. Porque tú antes cogías, abrías el periódico y aparecía la información local. Pero ahora te pones a pasar páginas [pasa una página] y páginas [pasa otra página] y páginas [pasa otra página] y páginas [pasa otra página] y aquí no aparece lo local por ningún lado
(y, efectivamente, lo local no aparecía por ningún lado)
Jefa - Bueno, ahora tienes el cuadernillo central [desmonta el periódico y saca un cuadernillo de doce páginas]
Chica del otro medio - Jolín, pero está lleno de publicidad. ¿Y cuántos sois ahora en redacción?
Jefa - Pues... ella [me señala], ella [señala a mi compañera] y yo. Tres.
Chica del otro medio [al borde del colapso] - ¿¿¿Tres???
Laura - Bueno, y dos colaboradores externos.
A pesar de ponernos a escribir casi a las cuatro de la tarde, no se nos dio tan mal como cabría esperar. También el secuestro por mi parte de un radiador eléctrico hizo que la jornada fuera más llevadera y aprendí una valiosa lección: no se pueden enchufar los radiadores a las baterías porque la batería se sobrecarga y salta.
Miércoles: Pocas luces
Esta mañana, antes de irme al trabajo, he entrado en feisbuk (esa red social de la que ahora también forma parte mi madre) y he visto esto:
Es decir, que anoche saltaron los plomos. Esta mañana, cuando he llegado al trabajo, me he encontrado a mi jefa, a mi compañera y la secretaria con unos alargadores que estaban conectados a algún enchufe del edificio, gracias a que el guardia de seguridad les ha hecho el favor para que pudiéramos trabajar. Estaban decidiendo cómo colocar los enchufes y alargaderas disponibles para que llegara la corriente al router, a los ordenadores y a la impresora, que es lo básico que necesitamos para poder hacer el periódico.
Lamentablemente, entre lo básico para poder hacer un periódico no se encuentra la calefacción ni la iluminación artificial. Eso significa que hoy había que acabar antes de que nos congeláramos o de que se hiciera de noche, lo que antes sucediera. Para evitar la congelación, mi jefa, que vive cerca del trabajo, ha llamado a su novio, que se ha presentado en la redacción con dos bolsas llenas de forros polares, bufandas, guantes, chaquetas de lana y hasta gorros.
Cuando ya teníamos todo organizado y estábamos trabajando, ha aparecido el jefe 1, que ha decidido que no podíamos estar sin calefacción. Le hemos explicado de todas las maneras posibles que no podía enchufar los radiadores eléctricos, porque sobrecargarían la instalación, y que ya bastante que el segurata nos había hecho el favor de dejarnos rapiñar electricidad como para encima arriesgarnos a dejar sin luz a todo el edificio. Segundos después, las baterías han empezado a pitar como posesas para avisarnos de que fuéramos guardando lo que quiera que estábamos haciendo y hemos visto que el jefe 1, haciendo caso omiso de todas nuestras advertencias, había intentado enchufar tres radiadores. A veces tiene ideas tan potentes que funde los plomos.
Jefe 1 (a mi jefa) - Anda, baja a avisar al de seguridad.
Jefa - ¡Sí, hombre! Bajas tú y se lo explicas [sospecho que, mientras decía esto, estaba pensando "encima que casi te cargas la instalación del edificio, voy a ir yo a dar la cara"].
Después le explicamos que teníamos que darnos prisa porque sin luz no se podía trabajar y en invierno anochece pronto.
Jefe 1- Pues trabajamos con lámparas.
Laura - No vamos trabajar con lámparas, nos damos prisa y terminamos antes de que anochezca.
Jefe 1 - ¿Por qué? Antiguamente la gente usaba lámparas, incluso velas. Podemos poner velas.
Laura - Claro, así además echamos a arder [por no mencionar el fresquete que hace en la Sierra cuando se pone el sol].
Compañera - Esto hay que hacerlo ya. Cuanto antes acabemos, mejor.
Jefe 1 - Pues jefe 2 no viene hasta las nueve.
Compañera - Bueno, que nos mande la entrevista de ayer y la vamos metiendo, así ganamos tiempo.
Jefe 1 - La entrevista no está hecha.
Jefa - Pero si era la que íbamos a publicar ayer.
Al final nos hemos dado prisa y antes de comer ya estaba medio periódico hecho, lo que ha permitido que me marchara a casa aún de día. Si hubiera llegado a casa cinco minutos antes, hasta me hubiera dado tiempo a ir a la piscina.
Vale, le dices que un radiador sobrecarga la red y enchufa tres. Se nota que es el jefe.
ResponderEliminarConclusión: nunca llegarás a jefa, puesto que has nacido con la capacidad de pensar.
ResponderEliminarEstá visto que para ser jefe hay que saber ver y oir más allá para interpretar que tres radiadores no son uno y, por tanto, como uno no se puede enchufar, tres sí.
ResponderEliminar¿Quieres decir con eso que los jefes solo distinguen los números en las conversaciones y el resto de cosas las oyen como si fueran los profesores de charlie brown? ¿será algún tipo de predisposición genética lo que hace que las personas se conviertan en jefes?
ResponderEliminarNo, yo creo que más bien tienen su manera peculiar de ver el mundo, no que no escuchen. En este caso él tenía muy claro que un radiador no son tres radiadores, cosa que los empleados no supimos apreciar.
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