miércoles, 27 de abril de 2011

Una de sueños

Volvemos con la historias que "me han contado". Esta vez tocan los sueños extraños, algunos de ellos provocados por la Semana Santa y la precampaña electoral. Otro es un clásico ya en las reuniones familiares. Ahí van.

Sueño 1
Un día cualquiera, aparece un correo electrónico notificando que alguien ha escrito en mi muro de Facebook. El escrito decía lo siguiente:
En la siesta he soñado algo un poco raro: tu padre tenía una colección de katanas y se vestía de samurai para practicar en casa, y tu madre tenía todos sus zapatos colgados de la pared. No entiendo nada.

Sueño 2

Otro día, abro la red social absurda que viene de extra con Gmail y me encuentro esto:
Acabo de soñar que franco se retira, se viene a vivir a mi edificio (de Cordoba) y le pregunta a mi padre como fui concebido.
Y la segunda parte:
Pues resultó que no le gustó la contestación de mi padre, y franco le ordenó que me cambiase el nombre por Swartz y que me hiciese cura.

Sueño 3
Éste pudo ser tranquilamente provocado por la combinación Semana Santa + precampaña electoral. La primera parte se pudo ver en Twitter y decía así:
He soñado que Rouco Varela quería reclutarme para combatir al demonio. Consecuencias de la Semana Santa, supongo. Buenos y resurrectos días.
En realidad, el sueño completo era algo así como que la soñadora en cuestión estaba en una especie de museo religioso y de la inquisición y aparecía Rouco intentando convencerla para que se uniera a él y combatir el mal. Ella pasaba de Rouco y entonces aparecía uno de los candidatos a la Alcaldía de uno de los pueblos principales que cubre el periódico intentando convencerla de nuevo para que se uniera a la causa.

Sueño 4
Éste es ya un clásico que no puede faltar cuando se habla de sueños ni en las reuniones familiares. Como no podría ser de otra manera, procede del subconsciente de mi madre. La historia es que una vez, hace ya mucho tiempo (antes de que yo naciera, posiblemente) soñó que la vecina de abajo se liaba con un extraterrestre al que acababa de conocer (a saber dónde se conocerían) y decía marcharse con él y abandonar a su marido y a sus cuatro hijos. Y allía estaba todo el portal, en la calle despidiendo a la buena mujer, que se marchaba muy lejos para empezar una buena vida, mientras su marido lloraba y los cuatro niños decían "mamá, no te vayas".

2 comentarios:

  1. El de la katana no fue sólo un sueño. Encontraste relaciones semirracionales entre el sueño y la realidad. Razón de sobra para montar un gabinete de videncia. ¡Ya tengo excusa para teñirme de platino y cardarme el pelo!

    ResponderEliminar
  2. Pues ya está: montamos un gabinete de videncia, tú te haces la mística con los clientes y yo te chivo las respuestas por el pinganillo.

    ResponderEliminar

Opinar es gratis