jueves, 30 de junio de 2011

Cómo preparar un tupper con sandía

Ahora que es verano, hace calor y todas esas cosas propias de esta época, como que apetece fruta fresquita. Eso mismo he pensado esta mañana, por lo que he decidido que me iba a preparar un tupper (abreviatura de "tupperware" o "tapergüer") con sandía para llevármelo al trabajo.

Pero hay muchas maneras de hacerlo. He aquí dos, explicaditas paso por paso.

Modo normal
  1. Abre la nevera
  2. Saca la sandía
  3. Cierra la nevera
  4. Coge un tupper
  5. Coge un cuchillo
  6. Corta una rodaja de sandía
  7. Hazla trocitos y échalos en el tupper
  8. Cierra el tupper

Modo "hay gente torpe y luego estoy yo"
  1. Abre la nevera
  2. Saca la sandía
  3. Cierra la nevera
  4. Coge un tupper
  5. Coge un cuchillo
  6. Corta una rodaja de sandía
  7. Mírala bien
  8. Date cuenta de que es demasiado pequeña
  9. Corta una segunda rodaja de sandía
  10. Mira como un idiota cómo se rompe por la mitad y se estampa contra el suelo
  11. Haz trocitos la primera rodaja y lo queda de la segunda y recoge el cisco que ha montado la otra mitad de la segunda al caer al suelo
  12. Corta una tercera rodaja de sandía
  13. Hazla trocitos y échala en el tupper
  14. Cierra el tupper
  15. Date cuenta de que el tupper está roto
  16. Coge otro tupper
  17. Haz trasvase de un recipiente a otro
  18. Cierra el segundo tupper
  19. Limpia lo que se ha escapado por el agujero del primer tupper

lunes, 27 de junio de 2011

Resumen del vuelo y traslado al hotel

Y aquí está la primera aventura del enviado especial. Llega con un poco de retraso, porque el texto es del viernes (lo sé, culpa de la dueña del blog). Pero bueno, ya sabéis lo que dicen: más vale tarde que nunca.

Avión 17:20 horas

De entrada, he salido una hora y veinte tarde. Congestión aérea según el piloto, y la verdad es que había varios aviones haciendo cola para poder despegar. Pero mejor volver al principio. Menos mal que me ha dado por entrar antes, ya que me he metido una caminata muy curiosa para llegar a la puerta de embarque. La terminal en la que estábamos era la T1, pero el avión salía de la T1 satélite, así que unos 20 minutos a pata.

El avión yo creo que lo inauguró Ramsés, lo reformaron en la época de Mahoma y aquí sigue. Todo un 737 (es del tamaño de los que hacen el Madrid-BCN y similares; vamos, algo pequeño) de los primeros, esos que tenían las alas “dobladas” al final. Cuando salga me fijo en la coletilla, pero para mí que ni tiene coletilla (señal de que es de primera serie). Lo primero, nada más embarcar, en la típica caja de cristal donde suelen ir un extintor, no había un extintor, había un Corán. ¡Toma ya! Espero que en caso de necesidad tengan pensando algo mejor que rezar a su amiguito imaginario. Si la gente se suele quejar del tamaño de los aviones, es que no han visto éste. El espacio para las piernas es el normal (se nota la reglamentación) pero el ancho... jooooder yo entro justo, así que cualquier persona un pelín más ancha que yo no cabe.

Pero no sólo eso, ha habido una pequeña confusión de asientos y al final me ha tocado rodeado de niños. Son más o menos buenos. Por lo menos de momento.

Mientras escribía el párrafo anterior, han pasado con un carrito. Yo pensaba que con bebidas, pero no, ha sido con periódicos. Había para elgir los siguientes: garabato-línea-rayajo-cosarrara (bueno eso es como yo llamo a toda letra árabe, ya que npi de lo que pone), el ABC, El mundo y... ¡La Gaceta! Así que me he cogido uno de La Gaceta. La verdad es que sólo con ver la portada a uno le entran ganas de coger un cuchillo secuestrar el avión y estamparlo contra la sede del PSOE por causar el fin del mundo, el cambio climático y, si te descuidas, la muerte de Manolete. Luego lo seguiré leyendo, que la verdad es que por Internet es menos divertido, ya que parecen artículos redactados por un becario, pero en papel es mucho mejor, parece bilis pura, un odio inconmensurable, me recuerda a Público en sus inicios, cuando todo lo que fuese de la derecha era maligno.

Ah, acaba de pasar la azafata con el carrito de las bebidas, y algo me dice que esta vez, nada de vino (grrrrr). Por lo que veo de lejos, zumitos, Meca-Cola. Sisí, la cosa esa en vez de Coca Cola. Coño, que la perroflauta es Laura no yo (ejem... ¬¬), ¡ yo quiero Coca Cola de verdad!). Total, que cuando pase por aquí y me termine de leer La Gaceta os cuento qué me he pedido.

Avión, 18:34

Pues justo cuando terminaba de escribir el último párrafo, han pasado con otro carro, esta vez con la “cena”. Bueno, intuyo que cena, aunque por hora más bien era merienda. Total, sin alcohol, como estaba previsto, pero la comida muy bien. Yo debo de ser de estomago fácil, pero hasta ahora siempre me ha gustado la comida de los aviones y esta vez no ha sido una excepción. Ensaladilla rusa con una cosa rara que parecía huevo cocido, pero creo que era más bien un dulce o similar t de segundo, a elegir entre carne o pescado. He elegido la carne, ternera en salsa (cerdo evidentemente no puede ser ;-) ), tenía patatas horneadas, que estaban de muerte, y zanahorias y guisantes. Las zanahorias eran hervidas normales, así que no muy allá, pero la salsa de la carne muy muy buena y mezclada con las patatas hacía que estuviese riquísimo. Aparte de eso, pues un trozo de bizcocho de postre, pan de centeno con mantequilla, un quesito y unos crackers. La verdad es que muy bien. Luego un café. Intuyo que ya no nos van a dar nada más en el vuelo, pero bueno, quién sabe. Yo esperaba merienda más cena y, al haber tenido cena, no sé si nos van a dar un piscolabis rápido antes de aterrizar (y con el retraso, mayor motivo), o nos quedamos así. Sea como sea, de momento bien.

Ahora llega lo bueno de la cena, atentos que esta es gorda: ¡¡¡CUBIERTOS METÁLICOS!!! Está claro que ya son demasiadas señales de que alguien va a secuestrar el avión. En todos los años que llevo volando, jamás se vio cubierto metálico alguno o similar. Yo creo que desde que mis padres fueron a Canarias con Iberia cuando Franco todavía era joven, eso no ha vuelto a suceder.

Por las pantallas que indican el recorrido, deduzco que hemos salido por Valencia, para ir por el Mediterráneo. Hemos vuelto a “tierra” para sobrevolar Túnez y algo de la costa libia. Se nota que en Libia las cosas están mas tranquilas, ya que apenas la bordeamos. Bueno, ya llevo dos horas de vuelo, por lo que voy por la mitad. Voy a hacer un poco el moñas con el ordena y, si hay novedades, sigo escribiendo, pero de todas formas, de momento ya va un tocho considerable.

Avión 20:30

11.282 metros de altura, 909 km/h y -44º fuera. Acaba de terminar la película de abordo (en inglés con subtítulos en árabe) y han vuelto a poner la pantalla con los datos del vuelo. Aparte de lo que os he copiado, hemos entrado en el espacio aéreo egipcio. Las pantallas dicen que quedan 41 minutos de vuelo. Hace unos 20 minutos, nos han dado el piscolabis que esperaba, por lo tanto del vuelo poca queja puedo tener, salvo lo pequeños que son los asientos de ancho y lo corto que es el respaldo (mi cabeza sobresale). Aparte de eso, de momento bien, los niños no han molestado demasiado, así que no hay queja. Ah, fuera es de noche, desde hace un buen rato, como estaba viendo series en el ordenador, no me he fijado cuándo se ha hecho de noche.

Ahora, salvo retraso al aterrizar, no escribiré más hasta mi llegada al hotel. Me queda lo mejor y más peligroso del viaje: el trayecto del aeropuerto al hotel. Va a ser la risión hacer 20 kilómetros de noche por El Cairo. Cuando llegue al hotel ya os cuento.

Hotel 23:30

Pues al final el tráfico es caótico y demás, pero vamos, que no hay amenaza de que la palme. El hotel cojonudo, luego haré unas fotos. Me han dado una habitación con vistas al Nilo y es muy muy chulo.

Ahora voy a bajar al restaurante a cenar algo, así que ya os contaré óomo funcionan aquí el tráfico y los controles de seguridad (te abren el maletero, lo inspeccionan, hay un arco de seguridad a la entrada del hotel, etc.).

sábado, 25 de junio de 2011

Enviado especial

A partir de ahora, este blog tendrá a un enviado especial en El Cairo. Hace unas cuantas horas, he ido al aeropuerto y he empaquetado a Gamab en un vuelo rumbo a Egipto. Bueno, en realidad ha sido su empresa quien le ha mandado para allá. Acabo de constatar que ha llegado sano y salvo al país de las pirámides y además ha accedido a contar por aquí las cosas raras que le sucedan, así que este año no nos quedamos sin relato de viaje, que después de la Ruta 66 y el Camino de Santiago lo mismo no me perdonabais un año sin historia por capítulos.

Sus padres se habrán quedado la mar de a gusto, con un hijo en El Cairo y el otro en Taipei.

martes, 21 de junio de 2011

Termostato roto

Estoy convencida de que hay personas que tienen el termostato roto. Y no, no hablo de las menopaúsicas y sus sofocos ni de las personas mayores, que parece que siempre tienen frío. Me refiero a personas que de verdad no tienen sentido de la medida (a veces ni de la decencia) a la hora de poner el aire acondicionado.

Mi padre siempre contaba que sus compañeros de la sucursal estaban grillados y se pasaban el día en guerra por el aire acondicionado. Que si yo tengo calor, que si yo tengo frío... Hasta que un día mi padre, que está justo debajo de la salida del aire, se hartó, se subió a la mesa y atascó la salida del aire con papeles. A tomar por culo. Si tienes calor, te pones una camisa de manga corta y, si tienes frío, te pones una chaqueta, que para algo se inventaron las prendas de distintos largos y grosores.

Un tiempo después, pasó por allí el técnico del aire acondicionado. Lo primero que hizo, obviamente, fue levantar la rejilla.

Técnico - Oiga, esto está lleno de papeles
Mi padre - Shhhhh. Tú no has visto nada...

Y el técnico, efectivamente, hizo como que no había visto nada, volvió a poner la rejilla en su sitio y las cosas siguieron su curso y no se volvió a hablar del aire acondicionado, ni en mi casa ni en el trabajo de mi padre.

Hasta ayer.

Ayer llegué al trabajo, llamé a la puerta (nueve meses y aún no me han hecho la copia de la llave) y vino a abrirme mi compañera maja (la que me echó un cable para largarme pronto el día inexplicable). A través del cristal vi que llevaba puesto algo de manga larga pero tampoco me extrañó, porque no sería la primera vez que se pone algo fino de manga larga para protegerse del sol. El problema es que, según se iba acercando, se apreciaba cada vez más el grosor y textura de la tela. ¡La hostia! ¿Esta mujer qué hace con un forro polar, si debemos de estar como a unos 30 grados?

En estos pensamientos tan profundos andaba yo cuando mi compañera finalmente llegó y me abrió la puerta.

Compañera maja - Hola Lauri
Laura - Hola... oye, qué frío hace aquí ¿no?
(ahora entiendo lo del forro polar)
CM - Ya, es que está el aire muy fuerte
L - ¿Y por qué no lo bajáis?
Silencio absoluto

El caso es que todos tenían frío. ¿Todos? No. El jefe había encendido el aire acondicionado en modo "noches de helada invernal en el Ártico". En serio, daban ganas de meterse en la nevera para calentarse un poco. Eso sí, al señor lo hemos deportado a una sala donde tenga su propio aire acondicionado, para que nos deje tranquilos, que es de esos que van en verano con vaqueros gruesos y polos de manga larga. Repito: para algo se inventó la ropa de distintos largos y grosores.

Y si esto no funciona, siempre se puede seguir el método de mi padre. Que otra cosa no, pero yo papelotes con los que taponar la salida del aire acondicionado (incluso de dos o tres aparatos) tengo de sobra.

miércoles, 15 de junio de 2011

Luna roja

No hace falta que bombardee con la Luna roja y el eclipse que se han podido ver esta noche. Bueno, eso quien haya podido, porque yo he estado esperando a que se quitaran de enmedio las nubes y después lo he visto difuso, dada la contaminación ambiental y lumínica que rodea la zona donde vivo. El caso es que la gente se pone muy tonta cuando se dan fenómenos astrológicos de diversa índole y hoy no ha sido una excepción.

Capítulo I: Exaltación de la amistad
Para empezar, me he encontrado al jefe en fase "exaltación de la amistad". Es sospechoso y habría que descartar el origen etílico, porque, cuando todos nos vamos de cañas, él se pide una Fanta. Siempre. Lo más fuerte que le he visto beber en los meses que lleva siendo mi jefe es un batido de vainilla. Mi profe de los cursos del INEM siempre decía que había que desconfiar de la gente que no tiene ningún vicio ni rareza, porque eso significa que sus vicios y rarezas son tan chungos que hay que ocultarlos. Sinceramente, no sé si quiero saber lo que se esconde detrás de esas Fantas. Lo mismo tortura gatitos o secuestra ancianitas, vete tú a saber.

El caso es que le ha dado por el buenrollismo. Llamadme desconfiada pero la gente que de pronto quiere organizar un día de excursión al campo me da mucho miedito. En concreto, este señor quería organizar algo de multiaventura. Yo soy de la opinión de que es mejor no mezclar las tensiones laborales con el paintball porque, como bien me dijo hace unos días el marido de Patricia, puedes acabar dándole a alguien "con la culata en la puta cabeza", y no precisamente sin querer. Y teniendo en cuenta que lo que las pistolas de paintball tienen en el lugar donde debería ir la culata es una bombona de CO2, mejor no tentar a la suerte.

La siguiente muestra de exaltación de la amistad ha sido su repentino y recientemente descubierto interés por las tiendas frikis. Resulta que cerca del trabajo hay una tienda friki y precisamente mi jefa tiene que comprar regalos de cumpleaños para dos personas que encajan en el perfil del público objetivo de las tiendas frikis. Dados los antecedentes, la conversación fue la siguiente:

Jefa Maja - Lauri, ¿me acompañas luego a la frikitienda? Tengo que comprar los regalos de cumple para mi primo y mi cuñada.
Laura - Vale
Jefe Raruno - ¿Cuál es la frikitienda?
JM y L (a coro) - [Nombre de la tienda]
JR - Ah, ¿es una tienda friki? (os aseguro que el nombre es de tienda friki total)
JM y L (a coro) - Sí
JR - ¿Y dónde está?
JM - Abajo, enfrente del bar.
JR - ¿Y qué venden?
JM - Pues... cosas frikis, no sé. Camisetas, juegos, cosas del WOW, cómics, figuras...
JR - Ah, pues luego me bajo con vosotras, así miro unas cosillas.

Y digo yo, ¿qué quiere mirar este hombre, si le hemos tenido que explicar el concepto de "tienda friki"? Llamadme desconfiada, pero yo ya estoy con la mosca detrás de la oreja. Es como cuando los niños se ponen melosos: alguna han liado.

Capítulo II: Váyase a mirar obras
A mi vuelta de uno de los frecuentes viajes que solemos hacer al exterior de la redacción (es lo que tiene no tener baño ni máquina de refrescos o cafés), el maquetador me ha asaltado nada más cruzar el umbral con el teléfono. "Es por una noticia". Ah, pues vale. Pongo voz de redactora simpática y eficiente y atiendo al preocupado lector.

Os voy a ahorrar el sufrimiento de tener que presenciar la conversaicón que he tenido con él, que se puede resumir en que ayer publicamos una información sobre un espectáculo de danza organizado por la Comunidad de Madrid, este señor se fue de Villalba a Torrelodones (que ya ves tú qué gran sacrificio, ir al pueblo de al lado) a comprar las entradas y en el teatro le habían dicho que no, que allí no había ningún espectáculo de danza. Después de 10 minutos intentando explicarle al señor no menos de tres veces que esa información me ha la dado la Comunidad de Madrid y que el fin de semana publicaré una rectificación, he aprovechado que mi jefa maja se acercaba para decirle "espere, que le paso con mi superior" y le he pasado el marrón a ella.

La conversación que ha seguido ha sido más de lo mismo pero con frases como "escúcheme" y "pero déjeme hablar" intercaladas en el discurso. Otro redactor que andaba por ahí ha dado con la raíz del problema:

R - Claro, si es que con la crisis ya no pueden entretenerse mirando obras y se dedican a dar por culo.

Oye, pues lo mismo es eso.

viernes, 10 de junio de 2011

El subtexto

Ayer volvió a mi vida un concepto de las clases de guión que nos daban en la universidad y que, sinceramente, puede tener aplicaciones en la vida real, a diferencia de otras cosas que te obligan a aprender. Se trata del subtexto. Como los letores más sagaces ya habrán adivinado es lo que hay por debajo del texto. Es decir, lo que se quiere dar a entender sin llegar a decirlo directamente. Aunque, como bien dijo el profe el día que nos explicó este 'conceto', "hay veces que el subtexto ya no... y te llamo hijoputa". Pero eso hoy no toca.

La cuestión es que llegué al trabajo y la primera conversación en la que me vi envuelta fue toda con subtexto. Participar, lo que se dice participar, participé poco, más bien fui un personaje secundario, como se suele decir. Pero casi mejor si dejo de liar y expongo lo ocurrido.

Como ya dije, acababa de llegar al trabajo. Sólo estábamos allí tres personas: el director (D), mi jefa maja (M, de maja) y yo (L). Así se desarrolló la cosa:

Conversación normal
D - Pues el reportaje éste no sé yo si dará para tres páginas
M - Pues tienen que ser tres páginas
D - Estaba pensando poner en la 4 otro tema y hacer el repor de dos páginas
L - ¿Entonces serían dos repor?
D - No, un repor de dos páginas, la 4 la pasamos a actualidad y se pone otra cosa
M - La 4 no la podemos meter en actualidad

Subtexto de la conversación anterior
D - Pues hoy no me apetece hacer tres páginas
M - Pues no le voy a cargar a otro la página que no quieres. Ya tenemos suficiente con las nuestras
D - Estaba pensando cargarle otra página a Laura
L - De eso nada. Yo no hago una página más, que ya tengo muchas. Apechuga con tu página y moléstate en buscar otro tema
D - Es que a mí no me apetece
M - Que no le cargues tus páginas a nadie

Al final, no sé cómo ni por qué, acabé teniendo una página menos. Los jueves se están convirtiendo últimamente en días inexplicables.