jueves, 22 de marzo de 2012

Manual de instrucciones

Muchas veces digo que la vida debería venir con un manual de instrucciones. Que te lo den al llegar a la madurez, le echas un vistacillo y en caso de duda consultas cómo proceder según la situación. A los bocazas nos vendría muy bien, sinceramente, y la humanidad en general se ahorraría unos cuantos disgustos.

Por ejemplo, en el terreno laboral (porque como entremos en otros jardines no acabamos nunca), ¿qué vocabulario hay que usar delante de un jefe? ¿Depende de la personalidad del jefe, de cuánto tiempo lleves en la empresa, del propio vocabulario que usa el jefe o da lo mismo? ¿Qué tipo de vivencias es adecuado contarles a los compañeros en la hora del café? ¿Todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, aunque no tenga que ver con el trabajo?

Eso por parte del trabajador, que es la que me toca, aunque he visto algunas situaciones que hacen pensar que hay mercado para un manual de instrucciones para jefes. Ahí van algunos consejos basados en la experiencia real.

Consejo número 1: siempre hay alguien mirando (y no siempre es a propósito)

En la empresa en la que trabajo actualmente, los jefes tienen despachos con paredes de cristal. Eso, unido a que nunca cierran la puerta, hace que la privacidad sea casi nula dentro de la oficina. Tal como colocaron las mesas, uno de estos despachos me pilla justo de frente. Lo bueno es que tengo a uno de los jefes localizado en todo momento; lo malo, que veo demasiadas cosas.

Un día, una compañera estaba en mi mesa ayudándome con algo. De fondo se podía oir un "clic" a intervalos al que yo no di la menor importancia pero mi compañera levantó la vista de la pantalla y se quedó completamente bloqueada.

Compañera - Laura...
Laura - Dime
C - Esto... ¿[nombre que corresponda] se está cortando las uñas?
L - Ah, sí. No es la primera vez.

Y he de añadir que alguna vez le he visto incluso cortarse las uñas mientras sujetaba el teléfono con el hombro. En su defensa diré que siempre las recoge en un papel y luego lo tira a la papelera.

Consejo número 2: los cartelitos de "Hi, my name is..." son prácticos (y a veces hasta hacen gracia)

No volveré a contar aquello que pasó cuando mi compañero de mi época de becaria hizo la broma con estos cartelitos porque esa anécdota la tengo muy usada (lo siento por quien no la recuerde/conozca) pero he vuelto a pensar en la conveniencia de utilizarlos. La incapacidad de algunas personas para recordar los nombres de las personas con las que trabajan es preocupante.

El caso más flagrante es el de uno de los jefes que voy coleccionando en mi vida laboral, que siendo dos Lauras le costó varios meses recordar cómo nos llamamos. Y eso que las posibilidades de colocoarle a una el nombre de la otra y fallar eran nulas. Luego consiguió el complicado logro de recordar el que posiblemente sea el segundo nombre más común de España entre las mujeres de mi edad y, no contento con eso, se le ocurrió la genial idea de aconsejarme que les pidiera a mis padres un segundo nombre, para diferenciarnos. Claro que sí, hombre, yo se lo digo a mi madre cuando llegue a casa.

Consejo número 3: tampoco hay que pasarse

A todo el mundo se le hace más llevadero el día si tiene un jefe agradable pero tampoco hay que pasarse. Contar batallitas amenas está bien y además entretiene pero hay otras muchas cosas que podrían estar de más, como estos ejemplos (recopilados a lo largo de varios años y sin ordenar cronológicamente para que no se me acuse de nada):

- "Pues podríamos ir un día todos juntos a jugar al paintball". No, no es buena idea, lo siento. Todos querrían ir en el mismo equipo porque todo el mundo quiere experimentar lo que es pegarle un tiro al jefe. Más de uno estará acordándose ahora mismo de la partida de paintball de 'Buenos presagios'.
- "Pues entre la acusada y la jueza, no veas qué pibitas, que lo hemos visto antes en el telediario. ¿Verdad Laura?". Vaya por dios, ¿y yo ahora qué hago? ¿Paso del jefe? ¿Le doy la razón?
- "¿Tú te acuerdas de los muñecos estos que había hace unos años que se agarraban la minga?". Sí, a mí también se me quedó esa cara al oir la pregunta.
- "Anda, mira, copa gratis en [insertar nombre de club de alterne]. ¡Con lo caras que son!". Mejor pararle antes de que empiece a enumerar todas las tarifas.


El que saque el libro de instrucciones del mercado laboral se forra.

1 comentario:

  1. No sé por qué explicas estas cosas y das la idea del libro de instrucciones ¡hazlo! O al menos registra la idea, por si alguien lo hace y se forra, que te toque algo a ti. Me has alegrado el día con este post...

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