Está visto que en todas partes hay un puesto maldito, y la empresa en la
que trabajo no iba a ser una excepción. Hoy ha llegado nuestro tercer
"profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras" (paso de dar el nombre
real del puesto, que no es de profesor pero algo sí que tiene que ver
con las artes oscuras). Si en los siete libros que fue capaz de parir J.K. Rowling iban a profe por año, nosotros ya llevamos tres en poco más de medio año. La diferencia es que a nosotros, en vez en un
curso, nos duran tres meses.
No sé qué pasa con el puesto, pero ya circula por la oficina el rumor de que es un puesto maldito. No sé si es el asiento, la naturaleza del puesto en sí o que da la casualidad de que la gente que ha pasado por ahí es más propensa a las desgracias, pero tiene una tasa de rotación muy muy alta comparada con el resto de las sillas, que no han cambiado de culo desde el primer día.
Alguien ha comentado que el nuevo tiene pinta de que va a durar más que los anteriores. Por si acaso esperaremos a que finalice el periodo de prueba, que estas cosas son muy traicioneras. Aunque yo, en su lugar, tendría cuidado con cosas básicas como mirar a los dos lados antes de cruzar o abrigarme bien al salir de casa, que nunca sabes cuándo te puedes llevar un disgusto, aunquen no sea laboral.
Si hay que elegir qué tipo de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras es, de momento tiene más pinta de Gilderoy Lockhart, premio a la mejor sonrisa siete veces consecutivas por la revista 'Corazón de Bruja'. Como ya se ha encargado de recordarme una amiga, nos falta "un hombre lobo medio gay, un impostor, una bruja, un tipo
muy sexi con pinta de malo y luego ya unos gemelos malvados".
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