La comida de empresa. La cena de la universidad. La cena con tus amigos. Otra cena con los compañeros de aquel curso de idiomas en el que te matriculaste años ha. Comer con los antiguos compañeros de trabajo... y así hasta un sinfín de cenas y comidas de Navidad que llenan las agendas de la gente en estas fechas tan entrañables. ¿Todas? ¡No! Yo sólo he tenido cena y media y una comida. Eso sí, todas concentradas la misma semana.
Las reuniones sociales comenzaron el miércoles, con la media cena. Fue media porque pasé de la parte cena y fui directamente a medianoche. Allí me esperaban siete informáticos borrachos (el que me corresponde iba especialmente perjudicado) con ganas de irse de copas. No preguntéis por qué pero, por alguna extraña razón pasamos algún tiempo en la calle bebiendo el famoso combinado Rachmaninoff que descubrí gracias a Hell's Tea, mientras debatíamos por qué precio se dejaría sodomizar alguno de los informáticos que me acompañaban. Creo que lo dejamos en 700.000€ ó 3.000 vírgenes. Luego ya decidimos ir a un sitio cerrado donde llegué a la conclusión de que, para eso, salgo por Fuenlabrada, que hay el mismo tipo de gente, la misma música, el garrafón es igual de malo, no me cobran 8€ por la entrada y estoy a cinco minutos de mi camita.
Para ser media cena no estuvo mal, hay que reconocerlo, pero la cena completa del sábado también tuvo lo suyo. Si a eso lo sumamos que la enlacé con una comida al día siguiente (sobremesa y tomar algo por la tarde incluido), os podéis imaginar cómo me he levantado esta mañana. Eso sí, nada de resacas, que una es muy sana.
La cena completa fue con un grupo de treintañeros, todos casados, algunos incluso con hijos, a los que les caí en gracia en la boda de mi prima. La invitación vino por parte de mi prima y su marido, que decidieron añadirme a la lista. Finalmente, fuimos 14 personas, de las que no cabe ninguna duda que yo, a mis 24 añitos, era la más joven. Creo que el más cercano me sacaba 10 años pero aún así me aceptaron. La cena incluía vino, un montón de entrantes, un segundo plato normalillo (en mi caso fue un chuletón de buey medio crudo) y unos postres muy grandes que estaban muy buenos. Después sorteamos los regalos de amigo invisible y no fue del todo mal: solté una de las botellas de Passport de las cestas de navidad y recibí un boli muy bonito a cambio. Para una yonki del material de papelería, un bolígrafo Parker es un buen regalo, aunque sea un modelo de 8 euros.
Después de la cena, el reparto de regalos y las despedidas pertinentes de quienes se tenían que ir a cuidar a sus hijos, nos quedamos la mitad. Fuimos a parar a un karaoke, donde descubrí que, según con quién me compare, no canto tan mal. Luego nos marchamos a casa de mi prima y nos pusimos a ver capítulos repetidos de 'Aquí no hay quien viva' en familia hasta las 4. No sé por qué, pero la penúltima vez que me quedé a dormir en casa de mi prima en fechas similares terminamos viendo 'Loca academia de policía' a horas extrañas, debe de ser una tradición navideña de mi familia.
Por la mañana, el tiempo justo para desayunar, ducharse y salir pitando hacia la comida navideña con algunas de mis excompañeras de la uc3m. El restaurante no estaba mal, si no fuera porque los camareros pasaban de nosotras y nos tocó entre un grupo de matrimonios con muuuuuchos niños pequeños (muchos de los cuales estuvieron a punto de morir extrangulados) y un grupo de mujeres que no hacían más que chillar y reírse a carcajada limpia. Eso de hablar a voces en un restaurante no mola pero mola mucho menos que Blanca diga que dentro de 10 ó 20 años seremos como la mesa de las señoras chillonas. Yo quiero pensar que dentro de 10 ó 20 años seremos gente importante y tendremos algo más de glamour que ese grupo.
Por fin salimos de allí y nos tiramos media tarde esquivando familias felices por el centro de Madrid (sólo a nosotras se nos ocurre organizar una quedada en Sol) y buscando un lugar donde tomar un café que no estuviera hacia arriba de gente. La odisea para encontrar sitio fue entretenida pero al final lo logramos. La sobremesa fue larga, entretenida y productiva (o eso me pareció).
Ahora toca descansar (al menos hasta nochevieja), que a mí las cosas navideñas me agotan.
Cómo no te vas a agotar navideñamente con tanta movida. Yo he tenido también una comida de navidad con compis y otra en la solitaria compañía de mi maridito. Las sobremesas, ya se sabe, se alargas y a veces se juntas con las copas. ¡Pero sólo tú empalmas la cena con la comida!
ResponderEliminarEso sí, este año me he quedado sin cena oficial de empresa, así que hicimos una paralela que también salió bastante bien, aunque como una ya no está para muchos trotes se fue a casa a dormir bien prontito.
Todo es quejarse ¿no? si tienes mucho que hacer porque no tienes tiempo, si tienes cpoco que no tienes nada que hacer, si comes mucho porque engordas, si no comes porque todo el mundo tiene muchas cenas de navidad, si no hay gente por que no hay ambiente, si hay mucha porque no puedes estar... ayss así cualquiera no se estresa..
ResponderEliminarAnda que dices en el post el pedazo helado de chocolate con brownie que te metiste entre pecho y espalda en el restaurante de las familias con niños y las mujeres chillonas, ¿eh?
ResponderEliminarOye, ¿y eso de la sobremesa productiva? Yo no recuerdo haber fabricado nada :-S
@Irene: eran dos bolas de helado de vanilla con brownie y una galleta, habla con propiedad. Luego me sorprendo de que la gente diga que como mucho...
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