¿Qué tendrá la privamera, que a todo el mundo le encanta y a mí me pone de mala leche? A saber: alergia, astenia, la gente se pone más plasta de lo normal, las chonis de mi barrio empiezan a enseñar cacha...
La primavera está sobrevalorada: hay la misma temperatura que en otoño (más o menos), llueve un montón ("en abril, aguas mil" pero aquí no me quejo porque los alérgicos estamos encantados con las precipitaciones),
algunos desarrollamos eso llamado astenia (que nos impide levantarnos de la cama o del sofá para hacer cosas útiles o simplemente cosas) y todo se llena de polen y kleenex y gente llorosa que estornuda y moquea. ¿De verdad os gusta?
El año pasado tuve suerte,
me largué a un lugar húmedo y con un clima distinto y me libré de la alergia y de la astemia a dos semanas del comienzo de esta bella estación. Que conste que mi intención no era huir de la alergia, que me llevé mi dosis de antihistáminicos y mi primera compra berlinesa incluía un paquete gigantesco de pañuelos de papel. Al final tuve suerte y no sólo no necesité tanto pañuelo, sino que los he estado usando hasta hace poco.
Pero volví y este año no me libra nadie. Bueno, quizá durante tres semanas pueda escaquearme. Sí, habéis leído bien, tres semanas. ¿Y qué voy a hacer fuera tanto tiempo? Pues aprovechar que tengo tiempo y pasta para hacer la Ruta 66 (habrá serie de post, por supuesto) y hacer una visita a tierras alemanas para participar en un extraño evento. La segunda parte es la más interesante, ya que se vislumbran posibilidades de abandonar el Inem. ¿Habrá suerte? Mientras tanto, seguiré en casa con mi humidificador.