jueves, 25 de noviembre de 2010

Frase de la semana

En estas fechas tan especiales (Día Internacional contra la Violencia de Género, primera helada en la Comunidad de Madrid y todo lo demás que se os ocurra) me llena de orgullo y satisfacción inaugurar una nueva sección en este mi blog: la frase de la semana.

Cada semana intentaré publicar alguna frase que haya oído por ahí y que cumpla al menos una de estas características: sea muy representativa, sea una gran cita filosófica o sea graciosa.

La primera frase de la semana es fue pronunciada ayer en el trabajo y trata sobre las funciones de los jefes respecto a los empleados (al menos aquí es así). Aquí está:
"Estos se creen que con venir media hora y dar dos órdenes ya está el trabajo hecho"

martes, 23 de noviembre de 2010

Los cambios no existen (son los padres)

Ya dije por aquí que habría cambios donde trabajo y que se aplicarían a partir de noviembre. Ayer, el director vino por aquí y nos fue explicando uno por uno nuestras "nuevas" funciones. Como hay más páginas y más secciones y el periódico va a salir en más municipios, creíamos que tendríamos más tareas pero no. Estos son los "cambios" que nos contó ayer el director:
  • Redactora 1 (la que se sienta enfrente de mí, que además es la coordinadora de contenidos): sigue cubriendo los mismos municipios que cubría antes para las mismas secciones que cubría antes.
  • Redactora 2: sigue cubriendo los mismos municipios que cubría antes para las mismas secciones que cubría antes, con la única diferencia de que ya no tiene que hacer la página de deportes.
  • Yo misma: sigo haciendo las mismas secciones, que siguen ocupando lo mismo (dos páginas y una página). La única diferencia es que ahora esas páginas son en blanco y negro (lo que se van a gastar de más en papel se lo ahorran de tinta).
Pues muy bien. Para cubrir los pueblos nuevos viene una redactora nueva, que trabajará como colaboradora desde su casa. Para deportes y otra sección que han añadido (ocio) han metido a otro colaborador. Habrá que ver cómo separamos ocio y cultura, porque a veces ya es complicado separar cultura y sociedad.

Al final parece que el único cambio significativo va a ser la forma del periódico, concretamente tamaño del papel y maqueta. Eso sí, de mis supuestas nuevas funciones de community-leches no han dicho nada.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Hispania

Mientras espero a que salga la noticia que me falta para completar una de mis secciones, aprovecho para escribir en el blog, ya que la sala que usamos como comedor está ocupada y no puedo aprovechar este rato para comer. Antes de empezar, aviso de que el título del post no se refiere al Viriato de Antena 3, aunque reconozco que es un producto que daría para unas cuantas líneas.

Ayer, por si alguien no se había enterado, fue la última carrera del mundial de Fórmula 1. Respecto a este tema, creo que podemos agrupar a la afición española en dos tipos de personas: los que van con Alonso y los que no. Yo, como soy así de rara, pertenezco al segundo grupo. Como es un deporte que siempre he considerado más de espectáculo, suelo cambiar de escudería de un año para otro según cómo me caigan los pilotos. Este año elegí Red Bull y no voy a entrar a opinar sobre la moralidad de lo que han hecho con Webber pero hay que reconocer que el campeonato les ha salido a pedir de boca.

Al llegar a casa, encendí la tele, encendí el ordenador y vi que Blanca proponía comentar la carrera por Twitter. Me pareció una buena idea y me uní. Tras la carrera, uno de mis followers (al que también sigo) puso varios retweets. Uno de ellos criticaba a los españoles que no eran fans de Alonso y les decía que si no lo apoyaban no podrían disfrutar del deporte. Después leí en una de mis noticias atrasadas de reader a otro que apoyaba y justificaba el fervor alonsista de Lobato. Ahí ya me encendí.

Que nadie se equivoque, siempre me va a alegrar que haya representantes españoles en los deportes de élite pero no porque hayamos nacido en el mismo país me tengo que tragar a Fernando Alonso. Yo lo siento mucho pero a mí este señor no es que me produzca especial simpatía. De hecho, me parece de todo menos simpático pero eso ya son consideraciones personales que poco tienen que ver con el deporte. De entre los veintitantos pilotos que entran en un mundial podemos elegir apoyar a los que nos dé la gana y eso es lo que yo he hecho.

Otra cosa que leí en Twitter tras la carrera y que me llamó mucho la atención venía a decir algo así como que los pilotos no corren en representación de sus países, sino de sus escuderías (y, porqué no, de sus patrocinadores). Muy bien, a partir de esta frase, propongo un simple razonamiento lógico: Alonso corre por Ferrari - Ferrari es una escudería italiana - Ferrari no es una escudería española - HRT (Hispania Racing Team) es una escudería española - si tan patrios somos, apoyemos todos a Hispania.

Ya tuve una discusión parecida hablando de otro deporte (concretamente sobre fútbol) pero la conclusión se puede aplicar a este caso: sólo nos gusta "lo nuestro" cuando tiene éxito, cuando pierden guardamos las banderitas en el armario. Nadie ha apostado por Hispania porque su mayor logro es acabar carreras, para eso nos pasamos a Ferrari, que es una escudería como Dios manda y que tiene posibilidades y ponemos a Alonso como excusa.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Padres postizos

De vez en cuando me sale por ahí algún padre postizo o alguien que cree que soy la hija de alguien a quien conoce. El caso más extraño fue en Berlín, cuando un señor con acento italiano se me acercó y me preguntó en español cuántos años tenía y cómo se llamaba mi madre, porque conocía la existencia de una hija de mi edad en España. La historia completa está por ahí.

Hoy me ha salido un padre alemán. Resulta que hace un par de semanas me registré en busuu, una red social de aprendizaje de idiomas que ya he recomendado a mucha gente. Esta mañana he recibido un mensaje de un señor alemán de la edad de mi padre que empezaba (en alemán, claro) "hola hija mía, creo que todo te va muy bien y me alegro mucho". Le he preguntado de qué me conoce, aunque no me suena ningún alemán de esa edad.

Al final entre todos me van a crear una crisis de identidad.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cosas que pueden pasar en un día en un periódico local

1.- Un estudiante de una universidad cercana viene, curriculum vitae bajo el brazo y con más miedo que vergüenza, a postularse como becario. Como no podría ser de otra manera, le cotilleamos el CV en cuanto se larga.

2.- Uno de los personajes con los que compartimos oficina (en el local estamos nosotros y una productora) recibe unas rosas. No nos ha dicho de quién eran pero posiblemente de alguien que quería hacerle la pelota. Como bien ha dicho mi jefa, "manda huevos que, en una oficina llena de mujeres, el primero en recibir flores sea un tío". Al rato ha llegado un mensajero con un vídeo pero las coñas sobre el contenido del segundo paquete no han podido ser contenidas.

3.- Un redactor de Telecinco ha llamado preguntando por Nadiuska, aquella actriz del destape que ahora sufre esquizofrenia. Se dice que la han visto por la zona y han pensado que lo mismo nosotros sabíamos algo de ella. Intrigados, y tras hacer cábalas sobre cómo será esta señora ahora (con más años, más arrugas y las tetas por la cintura), hemos buscado en Google y hemos leído que estuvo internada por esquizofrenia y que se la ha visto últimamente por Guadalajara. Creo que han confundido Guadalajara y Guadarrama.

4.- Nuestra impresora está como una regadera. Le he dado a imprimir una de mis páginas y ha salido una página de la otra redactora. Luego mi jefa le ha dado a imprimir una de sus páginas y ha salidio una página mía. No sé de qué se queja, si hoy le hemos puesto tóner nuevo y todo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El día más largo

Mi amiga Blanca superó el martes su primer día de gimnasio. Yo me enfrenté ayer a un día muy largo, que empezó con una convocatoria de prensa en un Ayuntamiento y terminó en la piscina, donde por fin pude unirme a mi nuevo grupo (que sospecho que con una clase ha tenido suficiente para odiarme).

A diferencia de mi amiga la vaga, yo sí soy capaz de hacer un calentamiento de 200 metros en 5 minutos. O al menos lo era la última vez que fui a la piscina, allá por el mes de mayo. Bueno, lo del mes de mayo no es del todo correcto, porque entre un curso de Premiere, mi ya más que conocida piña en el Metro y viajes varios (a Berlín y Estados Unidos), lo cierto es que me tomé el curso pasado con mucha calma y fui a clase más bien poco.

Entre el absentismo, las dos semanas de gastronomía estadounidense, la contusión de la espalda y los seis meses que llevo sin nadar (aunque en verano bajé un par de ratos a mi piscina) no me han ido nada bien. Ya no soy capaz de hacer el camino entre el andén del Cercanías y el andén de la línea 3 de Metro en Sol del tirón a mi ritmo habitual y he descubierto que hay zonas del cuerpo que también pueden ser blandas. Sólo me faltan los masajes y la dieta de cerveza para sentirme como una ternera kobe.

Volviendo atrás, el día empezó con una rueda de prensa en un ayuntamiento. Se conoce que nadie quería ir, así que agarraron a la concejala más borde que tenían, le dieron un papel para que lo leyera (y lo leyó palabra por palabra sin levantar la vista) y cuando le pareció que los periodistas ya habíamos hablado suficiente con los que realmente pintaban algo en todo aquello, decidió dispersarnos de una manera muy poco elegante.

Concejala con cara y voz de controladora jefa de parkímetros - Bueno, pues... Ah, ¿pero estáis hablando?
Laura - Ya no ¬¬

Así que apagué mi grabadora y me fui a la redacción a transcribir lo que leyó la señora concejala y lo que me habían contado las dos personas a las que me dejaron entrevistar y a escribir un reportaje muy bonito pero que consumió gran parte del día. Al menos la página va firmada como contenido propio, que ya es más de lo que hago normalmente. Como se pierde tanto tiempo cubriendo actos, terminé la otra sección echando leches y me fui lo más pronto que pude de allí para llegar a la piscina.

Después de esperar el autobús durante un rato más que considerable (y en una parada para la que no encontraron mejor sitio que detrás de unos cubos de basura) llegué a la piscina con tiempo de sobra y decidí ir a enredar a mi ex-profe y ya de paso que me contara en qué grupo me iban a poner.

Como era mi primer día después de mucho tiempo, decidí no forzar. Antes de empezar le expliqué a mi nuevo profe que llevaba sin nadar desde mayo (por si acaso). Cuando terminé el primer ejercicio el profesor me recibió con un "¿has terminado ya, Lauri?". Genial, parece que aquí también voy a ser la niña (como en ruso, donde ya me he quedado con el nombre de "niña Laura"). No es que me moleste pero luego hay gente que pregunta si soy mayor de edad o qué estudio y se extrañan cuando no contesto lo que esperaban.

Yo creo que al nuevo profe no le han explicado cómo era mi antiguo grupo. También creo que llegué al grupo dando el cante, sobre todo cuando el profe estaba explicando el siguiente ejercicio (que yo había empezado hacía unos 50 ó 100 metros) con un "lo que está haciendo Lauri". Y también creo que uno de mis compañeros ya me odia pero es culpa suya por intentar seguir mi ritmo teniendo 30 años (y unos 40 kilos) más.

Y tras este día tan interesante cogí finalmente el autobús de vuelta a casa a las 9 de la noche.