martes, 6 de diciembre de 2011

Historias de Berlín (vol. I): Ich hasse den S-Bahn (odio el Cercanías)

Que quede claro que este puente no voy a ir a ningún sitio pero me habéis dado envidia. La gente está subiendo como loca a Facebook y Twitter fotos de sitios guays que tienen fuentes de chocolate o pistas de patinaje y a una, que no es de piedra, le entra la envidia. Como he ido dejando "para luego" el relato de mis "vacaciones" de este verano (a excepción de la teoría de los calcetines perdidos y alguna cosa más), al final me he plantado en el puente de diciembre sin haber publicado ni una sola de las historias que tenía en mente. Pues aquí va la primera.

Siguiendo la recomendación del novio de una compañera de la universidad, se llamará "Ich hasse den S-Bahn", que traducido al español vendría a ser "Odio el Cercanías". También se puede aplicar a Madrid, sobre todo los viernes, que parece que ya están ensayando para el fin de semana. O cuando tienen la maldita manía de no reportar las incidencias aunque sea obvio que algo falla.

Mi primera semana en Berlín fue muy ajetreada y cada tarde me salía un plan distinto. Entre los que viven allí y los que pasaban por allí, llené mi agenda de compromisos sociales, hasta tal punto que justo una semana después de haber llegado decidí que me merecía un día de descanso, en el que lo único que hice fue hacer fotos, bajarme al parque a leer un libro y descargarme una película de Ken Loach. Pero el día anterior (es decir, el viernes) fue el horror, como diría Robert Duvall, en gran parte gracias al S-Bahn, primo alemán de nuestro querido Cercanías.

Entre toda la gente con la que coincidí en Berlín, estaba un compañero de la EOI. El chico necesitaba una desconexión y pensó que lo mejor sería irse un mes a hacer turismo con la excusa de las becas de idiomas que da el Ministerio de Cultura. Ese mismo día, por la noche, llegaba su novia, en el último vuelo de EasyJet, que llega a la capital germana cerca de la medianoche. Normalmente se tarda menos de una hora en llegar al aeropuerto de Schönefeld (el cutre que hay en el sur) pero, por si acaso, salimos con hora y media de antelación, para curarnos en salud.

Y menos mal que salimos con hora y media de antelación, porque si no todavía seguiríamos allí. El caso es que los señores que manejan los trenes tienen manías muy raras, por ejemplo, no avisarte de que han quitado un tren hasta que ese tren debería estar pasando. Esto significa que tú estás tranquilamente esperando un tren al que le quedan diez minutos para llegar. Cuando pasan esos diez minutos, el tren no viene pero en la estación tienen la amabilidad de ponerte en el panel que ese tren no pasa. Pues muy bien, esperemos al siguiente. Si a eso le añadimos que era viernes por la noche y, por tanto, ya funcionaban con el horario de fin de semana por la noche, ya es la juerga padre. ¿Quieres más? Pues había obras y tenías que bajarte en una estación y cambiar de tren.

Con todas estas cosas divertidas, llegamos al aeropuerto una hora tarde, a pesar de haber salido con tiempo de sobra. El camino de vuelta fue tan largo como incómodo, porque a la chica que esperaba en el aeropuerto no debió hacerle ninguna gracia que su novio llegara una hora tarde. Por el carácter de ella, tampoco parecía hacerle demasiada gracia que llegara acompañado. Además, su primera reacción fue no creerse la de problemas que habíamos tenido con los trenes, incluso aunque la vuelta fue igual de jodida y pudo comprobarlo por sí misma.

No sé lo que tardamos en volver al centro pero se me hizo eterno, en gran parte por la actitud poco colaboradora de la chiquilla, que se empeñaba en no hablarnos y poner cara de pez cabreado. Con lo fácil que hubiera sido decirle "coge tal tren, que te esperamos en nosequé estación". No veía el momento de separarme de la pareja para irme a casa y cuando ya estaba a punto de conseguirlo (un transbordo y dos paradas más y sería libre), nos equivocamos de tren. No, por favor, 20 minutos más de espera en una estación solitaria es lo último que quería.

Ignoro lo que ocurrió cuando me fui pitando a coger el metro pero agradecí inmensamente poder salir de esa situación tan poco agradable.

5 comentarios:

  1. Ostras , ostras.. me vienes que ni pintada con este post! el jueves llego a Berlin con el último vuelo de Easyjet! :D
    q combinación cogisteis ( sin la equivocación de tren claro! )
    He visto que el airport express es hasta las 23...
    Muchas gracias por la ayuda!

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  2. Hola Núria. Era fin de semana, así que los transportes funcionaban toda la noche. Entre semana la cosa está más complicada y sí tienes mucho rato de camino es posible que tengas que acabar cogiendo un taxi en el punto donde te deje el S-Bahn o el autobús. Siento no ser de más ayuda.

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  3. muchas gracias igualmente!! me saldrá + caro el taxi que el billete! :D

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  4. Tu bló hace cosas raras. Si no me meto en un post concreto no sale la columna de la derecha con los enlaces y el histórico. Y además aparece una franja vertical más oscura en el centro de la pantalla. Oh, tu bló no me quiere nada.

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  5. Jodo. Pues sí, está empezando a hacer cosas raras. Me tocará perder la tarde del domingo en mirarle el código, porque esto antes no lo hacía.

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