Al dentista

Soy una dejada. Y soy plenamente consciente de ello. Durante los años que he sido estudiante y becaria, me he abandonado. Para recuperar el tiempo perdido, he ido esta tarde al dentista. Verás tú la bronca que me va a caer...

Nada más llegar, preguntan cómo me llamo para buscar mi ficha en el sistema. La ficha no aparece.

- No encuentro tu ficha, ¿llevas mucho tiempo sin venir?
- (esperando la bronca) Pues... sí
- Bueno, no la habremos informatizado
(uf, me he librado)

Llega el dentista y empieza a hacerme todo tipo de preguntas: ¿aprietas los dientes cuando duermes? ¿Tienes caries? ¿Te sangran las encías? La respuesta a todas estas preguntas ha sido la misma: no.

- Uy, tienes la encía inferior inflamada por esta zona...
(ay diox, ahora sí que viene la bronca...)
- ... vas a tener que usar esta pasta de dientes una temporada
(por los pelos)

Y sigue el examen. Conclusión: una limpieza, dos extracciones (y todavía tengo que dar gracias a que no sean cuatro) y ortodoncia; bueno, y la pasta de dientes ésa, que sabe a rayos. Con la ortodoncia ya contaba y la limpieza se veía venir.

- ¿Te viene bien hacerte la limpieza el miércoles?
- No, estoy en Galicia.
(vale, ahora ya sí que me tiene que caer, es cuestión de estadística)
- ¡Qué bien!
(había olvidado que mi dentista es gallego)

Total, que en septiembre voy a visitar al dentista más de lo que me gustaría. Esperemos que las extracciones no sean en fechas próximas al examen oral de la escuela de idiomas.