lunes, 3 de agosto de 2009

Camino del Norte: día 1

Después de 8 horas de autobús, llegamos a Ribadeo. El grupo está compuesto por macho alfa, macho beta, Anita (que prometió comentar si la mencionaba) y yo. Macho alfa, Anita y yo practicamos deporte normalmente, así que tenemos resistencia. Eso significa que macho beta las va a pasar putas durante el camino.

Son las 08:30 de la mañana y tenemos que encontrar el camino y desayunar. Estamos a unos 192 km de Santiago de Compostela y a no sabemos cuántos (porque nuestra guía no lo detalla) de Lourenzá, el final de esta etapa.

Empezamos bien: nos perdemos por el pueblo. Después de preguntar a la policía, llegamos al albergue de peregrinos, justo en la otra punta del pueblo. Suponemos que allí nos podrá indicar alguien... pero eso sería si hubiera alguien. Nos cambiamos de ropa y empezamos a andar, otra vez atravesando todo el pueblo, porque da la casualidad de que el camino pasa cerca de la estación de autobús. Con la tontería, ya son las 11:00.

La etapa es muy divertida: sube montaña, baja montaña y vuelve a subir. ¿A quién se le ocurriría escoger el Camino del Norte? Por si fuera poco, los puntos kilométricos no ayudan a saber cuánto falta. Yo creo que los pusieron según cayeron porque, aparte de no seguir una pauta (por ejemplo, cada kilométro o cada 500 metros) a veces incluso aumentaba la distancia hasta Santiago. En vez de 192 yo creo que hicimos 195 km pero no nos vamos a poner tiquismiquis.

No tuvimos ningún incidente y llegamos bien al albergue, donde encontramos plazas de sobra. Apenas encontramos peregrinos, aunque sí que podríamos mencionar a dos personajes: el gallego del perro y el alemán de Stuttgart.
  • El gallego del perro: en una de las primeras montañas que subimos, nos encontramos con un señor que había salido a pasear al perro. Ana y yo casi le tiramos colina abajo cuando se atrevió a decir que no aguantaríamos el camino tan bien como los chicos. Quedaría demostrado que se equivocaba.
  • El alemán de Stuttgart: íbamos tan tranquilos sin encontrarnos con casi nadie hasta que, de pronto, aparece un señor de unos 55-60 años. Según nos contó, llevaba 66 días andando y había salido desde Stuttgart. Ahí es ná. Y que nadie piense que el buen hombre iba despacio, porque en cuanto terminó la conversación lo perdimos. Calculamos que llegaría a Santiago en nuestra tercera etapa.
Llegamos al albergue, el más cutre de los que encontramos durante el viaje. Aún así, estaba bastante bien. Allí se nos unió un estudiante de medicina algo raro que iba solo y que aparecerá en el siguiente capítulo.

Antes de terminar, os dejo con una frase que será muy útil para el siguiente capítulo: "Se te ha levantado la puntera de la zapatilla".

14 comentarios:

  1. Menudas cosas. Ah! Macho alfa es un individuo existente en todos los grupitos y su función es otra bien diferente.

    Bueno ahora a esperar que Ana te comente :P

    Por cierto, lo del alemán, telita.

    ResponderEliminar
  2. Lo de los alemanes... es otro mundo, igual se perdió

    ResponderEliminar
  3. @carrascosa: éste era macho alfa en el sentido de los documentales de fauna, porque iba guiando a la manada.

    @Jmagdaleno: yo creo que no. Lo mismo pilló atajos, porque venían unos de San Sebastián que se tiraron un mes para llegar a Santiago.

    ResponderEliminar
  4. Llevas sólo una entrega y ya me da pereza hacer el camino de Santiago. Como los próximos relatos no sean más halagüeños ya puede ir Santiago esperando sentado. Y eso que, dada mi ruina monetaria, he llegado a pensármelo esta semana.

    ResponderEliminar
  5. Puñeteras cuentas de Gmail... Pues ahora no la cambio!

    ResponderEliminar
  6. Cagüen, y yo que creía que tenía una lectora nueva. ¿Pero tú cuántas cuentas tienes?

    ResponderEliminar
  7. Tres... de Gmail. Personal, profesional, productora (esta última compartida). La de Yahoo no la abro desde hace años, por lo que supongo que estará cancelada, y la de Hotmail me la cancelan cada X tiempo, pero la reactivo porque aún tengo amigos que no se han enterado de que hace 3 años cambié de dirección (y no tienen ganas de enterarse).

    ResponderEliminar
  8. Me encantan tus relatos de viajes, espero próximas entregas. ¿Tienes memoria para acordarte de estas cosas o las ibas apuntando? Porque yo tenía que escribir cada día (ya que por la noche mi mente se reseteaba) y aun así me he dejado un montón de cosas en el tintero.

    ResponderEliminar
  9. Pues todos los días a las 5 de la tarde vas a tener una entrega nueva, porque estoy escribiendo todos los post del tirón. No llevaba nada para apuntar, así que estoy tirando de memoria, con un poco de ayuda de la guía y la credencial, porque a veces me bailan las etapas.

    ResponderEliminar
  10. ¿pero es tu cabeza la que dicta o tus pinreles?

    ResponderEliminar
  11. Mi cabeza, que la que sufrió el camino fui yo, no mis pies.

    ResponderEliminar
  12. Nota: Ya que Laura no ha contado todo tan bien como debería (no te preocupes, aquí viene Ana al rescate) veo que me toca volver a hacer de periodista.

    Antecedentes: ruta del norte desde Ribadeo (¿quién lo decidió? No se sabe), 9 días, dos estudiantes de ingeniería, una parada y una becaria: Javier, Gonzalo, Laura y Ana.

    Más antecedentes: Laura sólo conocía a Ana; Gonzalo y Ana se habían visto una vez en la vida.

    Viernes 24.07.09, 22h. Mendez Álvaro.
    O eso debería haber sido. Como era de esperar, todos llegamos tarde pero nos dio tiempo a cenar con tranquilidad nuestros bocatas caseros en el parque enfrente de la estación. ¿Todos? Nooo. Laura, inteligente y consciente de los bocadillos que íbamos a comer durante todo el viaje, cenó antes con sus padres.

    A las 0.30 salía nuestro autobús, con destino a Ribadeo, el número 11. Por supuesto, no tenía número y una vez logramos encontrarlo y mientras hacíamos tiempo hasta que el conductor cerrase el maletero y nuestro macho omega (que en ese momento aún era beta) respirase tranquilo al ver su macuto seguro de ladrones (¿quién será capaz de robar un macuto lleno de camisetas viejas?), nos entretuvimos viendo como sucedía lo que parecía imposible: que entrase una tabla de surf (o de lo que fuese) en el maletero del bus de al lado. La joven lo consiguió y decidimos que era hora de embarcarnos.

    Una manta, unos tapones para los oídos y una almohadilla hinchable para el cuello nos acompañaron en el viaje en bus: ocho horas con una breve parada en La Bañeza para tomarnos un vaso de leche caliente (a ver si eso ayudaba a poder dormir) y por fin, a las 8:30 del 25 de julio, día de Santiago, llegamos a Ribadeo dispuestos a conseguir nuestro primer sello en la credencial.

    (y luego sigo)

    ResponderEliminar
  13. Eso es el pre-camino. Yo he empezado directamente en el camino. Y que sepas dos cosas: 1.- yo llegué pronto y 2.- no era una manta, era una funda nórdica de Ikea reconvertida en sábana.

    ResponderEliminar
  14. Mejor mándame todo y te lo publico al final de la saga.

    ResponderEliminar

Opinar es gratis