miércoles, 5 de agosto de 2009

Camino del Norte: día 3 (vol. I)

El día amanece húmedo en Gondán, tras una noche de lluvia. Estupendo, a ponerse las sandalias de goma sin calcetines. Afortundamente es laborable, así que podré comprar pegamento en el siguiente pueblo. El supermercado no abre hasta las 09:00, por lo que aprovechamos para desayunar. Aquí tampoco saben lo que es una tostada con tomate pero nos da lo mismo.

Ya no llevamos al estudiante de medicina. Iba muy pillado de tiempo, porque tenía que coger el avión de vuelta el viernes. Al ritmo que iba, le sobraban dos etapas, que tuvo que adelantar en autobús interurbano. Nosotros hubiéramos empalmado etapas de veinte, es que somos así de sobrados.

Compro superglue, pego la suela, la ato con gomas para asegurarla y andamos un rato por campo embarrado, mientras el pegamento hace efecto. Sí, ya sé que el superglue es de secado inmediato pero más vale no jugársela. Ya llevo gastados 2,75€ en mis pies y la cuenta irá subiendo según avancen las etapas.

En la siguiente parada técnica, me limpio los pies con toallitas húmedas y me calzo en condiciones. Ya podemos continuar. El superglue es mucho mejor de lo que yo pensaba, la verdad, y las zapatillas aguantan de sobra hasta Vilalba, final de etapa.

El albergue de Vilalba está en un polígono industrial, a 2km del pueblo. De nuevo, es un albergue moderno, limpio y cómodo. Sólo tenía una pega: la ducha de los chicos no estaba en muy buen estado. Nada más abrir la puerta, nos encontramos una máquina de sacar agua. Por suerte, cada servicio tenía dos wc, cuatro lavabos y cuatro duchas independientes con puerta. Macho alfa y beta aprovechan que no hay más mujeres para ducharse en el lavabo de señoras.

Mientras comíamos algo, vimos llegar a los peregrinos con los que compartiremos albergue el resto del camino y que ya tendrán su minuto de gloria más adelante. A Anita y a mí nos llamó la atención un chico del norte que caminaba con un alemán al que había conocido durante el trayecto. Mientras esperábamos a que nos sellaran las credenciales, vimos como brotaba una cascada de agua del techo, debajo de las duchas masculinas. Lo siguiente que oímos fue al chico del norte gritarle a su amigo alemán que cerrara el grifo pero ya era demasiado tarde.

4 comentarios:

  1. Te vuelvo a hablar porque me agrada enormemente la solución MacGyver-Bricomanía que le aplicaste a las zapatillas. He dicho.

    (Las tardes las tengo perfectamente libres para el té del infienno)

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  2. Corría el riesgo de no poder volver a quitarse el calzado, pero...

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  3. @Hell's Tea: y porque no tenía un paquete de chicles y dos clips, que si no te construyo un portaviones.

    @Mr.: que no, que el superglue no caló

    @carrascosa: ¿tú cuándo has visto que yo ligue? Si últimamente no valgo ni para eso.

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