viernes, 7 de agosto de 2009

Camino del Norte: día 4

En el planning de la ruta hay algo que no cuadra: hay una etapa de 20 kilómetros y otra de 40. Esto hay que reconfigurarlo como sea, que 40 kilómetros es una burrada. Miramos dónde están los albergues y al final lo dejamos en 35-25. Bueno, tampoco es que ganemos mucho, menos mal que hemos salido pronto del polideportivo.

En teoría, la etapa era Vilalba-Baamonde pero la alargamos hasta Miraz. Anita decide aprovechar la etapa larga para hacer jornada de reflexión y va tirando del grupo a una velocidad acojonante hasta Baamonde, donde llegamos a las 11:00. Ya que estábamos allí, hicimos una parada técnica para reponer energías antes de continuar hasta Miraz.

Hasta aquí, la etapa era sencillita y más o menos cómoda. Lo siguiente que encontramos fue un rompepiernas: tres kilómetros por asfalto. Y no por asfalto de ése que tiene gravilla, qué va: fueron tres interminables kilómetros por la N-VI. Nadie me cree cuando cuento esta parte de la etapa pero es cierto: el Camino del Norte comparte 3 km con la N-VI. En este punto rebauticé al itinerario como "Camino de la Red de Carreteras del Estado", un nombre mucho más apropiado para este tramo que "Camino del Norte".

El resto de la etapa se resume en más asfalto (estupendo para las rodillas) y cagarse en las indicaciones que daba la guía. El que la escribió no debió de entender muy bien la expresión "de seguido", que en la realidad equivalía a una hora andando.

A eso de las 3, llegamos a Miraz. Macho beta llegó asfixiado y el resto, simplemente hasta las pelotas. El albergue no era oficial, sino que estaba regentado por unos frailes británicos muy salados, de algo llamado 'Confraternity of St. James' con sede en Londres. En el pueblo no había supermercado, así que le compramos la comida a la señora del bar y la cena a los frailes.

Lo mejor del albergue era el jardín trasero. Por allí estaban tres frailes, que describiré como unos señores de pelo blanco con bermudas, camiseta de manga corta, gafas de sol y ganas de conversación. Aparte de practicar inglés con los hermanos de St. James, pasé un rato largo hablando con una chica alemana que hacía el camino sola. Allí también nos reencontramos con el chico del norte (que resultó ser vasco y no cántabro, como pensamos en un principio) y su amigo alemán. Nuestras nuevas amistades cenaron con nosotros, no sin antes pasar por una tertulia en el jardín trasero del albergue.

A pesar del sufrimiento de la segunda parte de la etapa, de que me tuve que duchar con agua fría porque se acabaron las pilas del calentador y del calor que hizo aquel día, la tarde fue de las más agradables que tuvimos durante el viaje.

4 comentarios:

  1. A mí esos frailes, no sé por qué, me han recordado a la gran serie "Father Ted".

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  2. ¡Oh, Dios mío, una serie que no he visto! (y si la he visto no la recuerdo). Pues no sé qué decirte, a mí estos señores no me recordaron a nadie.

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  3. Hablando de monjes y de series... ¿alguien recuerda una miniserie de els joglars que daban por la tele -orden sacerdotal o algo así se llamaba- de unos monjes un tanto peculiares que iban dando garrotazos por ahí ante las cosas que achacaban a los problemas sociales y eso?

    genial el capítulo de los ejecutivos y los castigos que les daban xD

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  4. i Tres km por asfalto ! Eso no es nada... No sé si habrás andado la parte de Cantabria. Creo que no hay más de 20 km de camino en toda la comunidad autónoma... y de carretas nacionales no hablamos. Recuerdo tramos de casi 30 km seguidos por la N611, ah, y atravesando bucólocos polígonos industriales con joyas como la Solvay cerca de Polanco... en fin, es el camino del Norte, tan bucólico como fatigante...

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