viernes, 24 de julio de 2009

Vacaciones baratas y de calidad (vol. II)

Una vez conseguidas la credencial y una guía de las etapas, llega lo mejor: hacer el equipaje.

Fase previa: preparación
Haces una lista con lo que necesitas, abres el armario y te das cuenta de que no tienes ropa porque llevas años sin hacer deporte. Bueno sí, dos días a la semana me pego mi paliza a nadar pero no voy a hacer el Camino de Santiago con bañador deportivo y aletas. Haces otra lista, esta vez de la compra, y pierdes una mañana.

Fase 1: búsqueda
Busca el macuto, busca el saco de dormir, busca la esterilla, busca las deportivas de los viajes (sí, esas que están casi rotas y tienen más kilómetros que la maleta del fugitivo pero nunca te han hecho daño y tienen la suela tan gorda como la rueda de un camión), busca la navaja suiza, busca la crema para el sol, busca las tiritas... Y, como no encuentras la mitad de las cosas, pregunta al resto de habitantes de tu casa (en este caso, mis padres).

Al final, el saco de dormir lo he pedido prestado (los míos son de invierno y de montaña). Según mi padre, la navaja suiza estaba en el coche pero apareció en un cajón lleno de mecheros y bolis. La esterilla estaba en el trastero, al lado de la leche. Lo más divertido fue encontrar la mochila: dentro de una maleta que está dentro de otra maleta debajo de otras dos maletas, encima de un armario.

Fase 2: guardar y descartar
Empieza el proceso de hacer el equipaje. La cantidad de trastos de la fase previa se ve reducida a la mitad, bien por falta de espacio, bien por pereza, bien porque hemos descubierto que una pastilla de jabón de lavar a mano ocupa mucho menos que tres camisetas y dos pares de calcetines. Se revisa todo, se atan el saco y la esterilla a la mochila y listo.

Fase 3: rehacer el equipaje
Como no podría ser de otro modo, has olvidado algo. Da la casualidad de que yo no soy de esas personas que olvidan cosas inútiles o que te pueden prestar. No, hay que cagarla a lo grande: ir una semana a un lugar perdido sin cepillo de dientes, preparar una maleta sin ropa interior (aquella vez me di cuenta a tiempo), ir sin chanclas a un sitio con duchas compartidas, dejarse el jabón desinfectante en casa con un piercing recién hecho...

Hoy no ha sido tan grave, sólo he olvidado el cargador de la cámara de fotos y las gafas de repuesto.


Ya tenemos todo listo para irnos de peregrinación.

3 comentarios:

  1. De todas formas siempre se te olvidará algo.

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  2. Espero que esta vez no se te desintegre la mochila como aquella maleta que se autodestruyó. Espero que lo pases bien... y que nos lo cuentes.

    Odio hacer equipajes. Deshacerlo es mucho más fácil: sacas todo al pegote de la maleta o mochila y de ahí va todo directo a la lavadora.

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