lunes, 7 de junio de 2010

Día 15 (07-05-2010)

Hay que dejar la habitación antes de las 12 pero hay un pequeño problema: el busca-balas y yo nos hemos dormido porque se nos olvidó poner el despertador y nos despertamos a las 11:15. Llamamos a los otros dos por teléfono para comentarles el percance y parece que no tienen mucha mejor organización. Uno de ellos se quedó dormido encima de la cama con la ropa puesta y ha amanecido en la misma posición, sin saber ni cómo ni cuándo se quedó dormido. El otro también está perjudicado por los excesos de la noche anterior pero se le nota menos porque es más hablador y más activo.

Mientras desayunamos, los dos resacosos nos cuentan que entablaron amistad con un tipo que llevaba una camiseta de la selección de furgol de Croacia. Este señor les invitó a unos chupitos, de ahí parte del estado en que los encontramos por la noche tras la llamada a las gordas (porque no eran gruesas, eran gordas).

Llamo a recepción para avisar de que necesitaremos unos minutos más pero nadie coge el teléfono. Como lo de dar aviso no funciona, recojo las dos llaves y las dejo en recepción mientras los resacosos terminan de guardar sus trastos en las malesta. Las llaves no son necesarias para cerrar pero sí para abrir, así que más les vale no dejarse nada.

La primera visita de hoy es a una lavandería. No me quedaba ropa limpia, era algo necesario, y además cuando llegue a Madrid tengo que salir pitando para Alemania y ni tengo tiempo para lavar ni tengo tanta ropa. Echamos la mañana en lavar ropa y además nos ponen una multa de aparcamiento porque no hemos calculado bien el tiempo y el parkímetro se ha quedado a cero.

Salimos del centro de la ciudad hacia el aeropuerto, que es donde tenemos que devolver el coche y donde está el último motel del viaje. Pero antes de llegar, nos desviamos para comer y probamos el pollo de Popeye's, que tendría que haberse exportado a Europa en lugar del Kentucky. Después de ponernos hasta arriba de pollo por un módico precio, nos vamos al motel, localizamos Hertz y vamos de excursión a un centro comercial para hacer algunas compras. Mi madre se ha acordado el último día de viaje de que quiere una camiseta negra (como si no hubiera tenido tiempo) y habrá que llevársela.

Después de buscar sitios para cenar, nos conformamos con dos pizzas del Pizza Hut para llevar, que nos zampamos en la habitación del motel. Después, ellos van a devolver el coche y yo me quedo en la habitación y aprovecho el momento de tranquilidad (bastante largo, porque tienen que volver a pie) para ducharme y ver un poco la tele.

Como vamos a dormir muy poco, la habitación que hemos cogido tiene dos camas para los cuatro. Para lo poco que vamos a dormir hay muchas ganas de dar por culo, como si nos hubiéramos aguantado poco durante el viaje. Primero fue el manso, que cumplió su amenaza de amenizar la noche (siempre con mi oposición) con grandes éxitos pachangueros de principios de la década (la de los dosmiles, que no sé cómo se llamará).

En una de estas, enganchó a su compañero de cama y se pusieron los dos a ver sabedios qué vídeo. El busca-balas decidió aprovechar este momento de camaradería y despiste para atacar mientras yo le cubría. A la señal del buscabalas, me muevo en la cama para hacer ruido que disimule que él también se está moviendo. Se prepara y salta en la cama sobre los otros dos. En cuestión de microsegundos (recordemos: un microsegundo es el tiempo que pasa entre que la luz del semáforo se pone en verde y el de detrás te pita), el busca-balas cayó sobre la otra cama, el manso pegó un bote y apareció en la puerta (que ya de paso abrió, por si había que seguir huyendo), el hombre del restroom echó al busca-balas de la cama, que terminó en el suelo, se levantó y fue corriendo en paños menores hacia el manso.

Para hacerlo más divertido, podría decir que salieron los dos en paños menores corriendo por el exterior de la segunda planta del motel pero sería mentira. En vez de seguir haciendo el moñas, decidimos que ya va siendo hora de dormir algo pero poco (el vuelo sale a las 6:10). Como yo me he portado bien y todavía no he dado por saco a nadie, me tiene que pasar algo. ¿El qué? Pues que la cena me ha sentado como una patada en el estómago y me obliga a correr hacia el baño. Ahora sí qué podemos dormir, que mañana nos espera un día muy intenso.

Foto del día: no sé qué es pero es la última foto que hice en San Francisco.

6 comentarios:

  1. ¿Cómo funcionan exactamente esos parquímetros con relojillo? Me recuerdan a Muzzy, Big Muzzy, que se los comía.

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  2. Pues echas monedillas y te va poniendo minutos. Ahora los relojillos son analógicos pero creo que el mecanismo es igual. Bendito Muzzy, si hubiera estado allí no nos hubieran puesto una multa de 70$.

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  3. Lo de la última noche me recuerda a cuando estuve en Londres... A mis compañeras de viaje no se les ocurrió otra cosa que despertarme a almohadazos el segundo día... (Yo me vengué a base de cosquillas XD).

    Lo del parquímetro os tuvo que hacer una gracia... :-S Besos!!

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  4. No sé por qué no me sorprende tu forma de venganza ¬¬

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  5. Ostras!! No recordaba que a ti también te tenía frita con las cosquillas... XD

    Hay cosas que no cambian XD

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