¿No tuvistéis suficiente estrés con los palacios de congresos? Pues los últimos días no han tenido desperdicio. Tengo miedo, porque aún no ha terminado el fin de semana y me gustaría vivir hasta el lunes, para averiguar si pasé la entrevista del ICEX (es decir, que el lunes habrá otro post sobre la puñetera beca).
El miércoles lo pasé hecha polvo en casa. Eso me pasa por coger cosas que no son mías. Como por la noche tenía que ir a ver a Les Luthiers (jijiji), me dopé todo lo que pude. Al día siguiente tenía fiebre y no salí de la cama en toda la mañana pero, según predije, al final del telediario de la noche ya estaba sana, sólo me quedaba alguna tosecilla leve. Como estaba estupendamente y una de mis amigas quería quedar el viernes, salí. Mi amiga vive en Alcalá de Henares, yo vivo en Fuenlabrada y la quedada implicaba trasladarse hasta Alcalá (estoy haciendo mucho turismo por la Comunidad de Madrid).
Creo que no medité lo suficiente antes de tomar la decisión, porque salir de cañas por Alcalá con los horarios que tiene mi amiga (nos juntamos en la estación de tren a eso de las 23:30) no es del todo compatible con una clase de ruso de 4 horas al día siguiente por la mañana. Según mis cálculos, las horas de sueño deberían ser igual o superiores a la suma de las horas de clase y los traslados. Bueno, pues me han faltado unas dos horas y media para poder igualar las cuentas. Hay personas que duermen 4 horas diarias y luego están estupendamente pero no es el caso.
Con mi cara de zombie, unas ojeras muy adecuadas para Halloween y pensando que la clase de hoy no sería para tanto, he cogido los transportes públicos pertienentes rogando no perder ninguno y llegar a tiempo, porque he apurado los minutos de sueño todo lo que he podido y más. En clase me esperaba un regalito: salir a la pizarra para repasar los plurales (mi letra es horrible con el alfabeto latino, pensad cómo será con el cirílico) y horas (o siglos, he perdido la noción espacio-tiempo) conjugando verbos. El descanso me ha sentado de maravilla pero mejor me ha sentado el desayuno. Aunque lo más prudente será volver al té y no pedir café en ese bar nunca más.
Después de comer he intentado dormir. Estaba yo dispuesta a echarme una siesta de pijama y orinal, como se suele decir (pero sin orinal, yo soy más de wáter) y a los pocos minutos de acomodarme en la cama ha sonado mi móvil. Como sea otro puto mensajito de Movistar publi lo tiro por la ventana. Eran mi prima y su marido, preguntando qué tal la beca (a esperarse al lunes, como todo el mundo). Al rato ha sido un pájaro hiperactivo. Después mi amiga de Alcalá, preguntando qué tal llegué a casa. Luego mi madre ha tirado nosequé en la cocina y he rematado la tarde con unos niños que llamaban al timbre pidiendo caramelos.
Con la tasa de antiamericanismo por las nubes, mucho sueño y aún más mala leche, he decidido rendirme y buscar los trastos para el disfraz de Halloween, porque yo tengo mucha moral y hace días cometí la imprudencia de secundar una moción sobre la participación en este evento tan chorra.
Si el lunes no doy señales de preocuparme por las becas, será porque no logré sobrevivir.
Reconoce que has hecho todo esto para tener unas ojeras a lo Halloween y ahorrarte el maquillaje, roñosa! ;)
ResponderEliminarNo te creas, al final me maquillé (ojeras incluidas). Esta mañana me he preocupado por mi estado de salud cuando mi madre me ha dicho "anoche no te desmaquillaste" y fue lo primero que hice ná más llegar a casa.
ResponderEliminarClarooo y no cuentas que te llevaron a casa, que bebiste un estupendo guerrillero y que, por fin, conseguiste tu camiseta
ResponderEliminarQue me llevaron a casa no. Que me llevaron a casa en un BMW con tapicería de cuero, que no es lo mismo. Habla con propiedad.
ResponderEliminarBueno, sobrevivir has sobrevivido... eso o eres una muerta viviente que se confundió con un disfraz de jalowin y que ha durado hasta el día de hoy...
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