Mi madre me manda un sms por la mañana (mañana de Chicago, se entiende) preguntando si hemos llegado. Sospecho que mi Movistar me la ha vuelto a jugar y los SMS que mando desde el extranjero no llegan, como ya pasó en Berlín el año pasado. Como los hoteles tienen wi-fi, decido que el correo electrónico va a ser mi nueva forma de comunicación.
Los objetivos de hoy son: comprar tarjetas SIM yankis para manejarnos por aquí, llamar a Margarita de Aibiria para preguntar por la maleta perdida, hacer algo de turismo por Chicago y largarnos de la ciudad. La mañana se va entre las compras de las tarjetas SIM y reponer la ropa de la maleta perdida, ya que Margarita nos dice que no hay señales del equipaje. Cuánto tenemos que aprender todavía de las novelas del Mundodisco, sobre todo a la hora de viajar.
Por la tarde vemos Chicago, nos hacemos tarjeta de cliente de una cadena de farmacias (que allí son algo así como un Maxi Dia con un dispensario al fondo a la izquierda), compramos 14 litros de agua en 28 botellas de medio litro y cosas para picotear en el coche, nos hacemos la foto de rigor con la señal de inicio de la Ruta 66 y salimos de Chicago. Oficialmente, ha empezado la Ruta 66.
Al final hacemos noche en Wilmington (Illinois). Íbamos a parar en el pueblo anterior pero la mujer de la gasolinera nos dijo que el motel era poco recomendable los fines de semana y nos aconsejó seguir hasta Wilmignton. Allí, el hindú del motel (el primero de muchos), nos aconsejó un lugar de cenar.
El sitio se parecía a la Taberna del Cangrejo de Me llamo Earl. Con un poco de miedo y temiendo que nos rompieran un taco de billar en la espalda a la mínima de cambio, le preguntamos a la camarera dónde nos sentábamos para cenar. Afortunadamente, nos mandó a la otra parte del local, que era muy acogedora, estaba forrada en madera y donde nos atendió una amable mujer mayor muy agradable. El cocinero nos miraba raro pero cuando se trata de un tío de 150kg y lleno de tatuajes, tampoco es plan de molestarse por tonterías ¿verdad?
Yo pedí pizza, Gamab y el hombre del restroom creyeron que habían pedido un sándwich de pollo pero en realidad era de pescado y el hombre manso quería algo ligero y pidió una ensalada césar. Por desgracia para él, que tenía intención de cenar poco, le sirvieron un plato hondo del tamaño de una palangana. Nos llevamos las dos porciones que sobraron de mi pizza de 18 pulgadas en una caja y a dormir.
Tanta murga con cuándo voy a publicar los post de la Ruta 66 y luego no decís nada.
ResponderEliminarYo siempre he querido ir a USA para entrar en locales poco recomendables y sentirme dentro de una serie de TV. Por cierto, esto debería llamarse "de ruta gastronómica por Yu Es Ei". Qué hambre, por dios.
ResponderEliminarOtra cosa, hoy me erijo en representante de tus lectores y te comunico que necesitamos información sobre quiénes son "el hombre del restroom" y "el hombre manso" (no vale decir "los que venían con nosotros") y el porqué de los sobrenombres.
Me parece correcto que te conviertas en representante de mis lectores (ya que yo lo soy de los tuyos). Quizá debí de hacer una introducción presentando a los personajes pero lo solucionaré intentando colar alguna conversación más o menos exacta en la que se explique el porqué de todo.
ResponderEliminarDeja los nombres en clave, que así le da un toque misterioso... Aunque el por qué de los sobrenombres (sin desvelar la identidad real) sí que sería interesante.
ResponderEliminarAcepto a Hell's Tea como representante.
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