Estábamos los cuatro juntos desayunando el cutre-café del hotel (cosa más asquerosa), cuando nos interrumpió un aviso de megafonía. No sé vosotros pero yo he oído algo de "fire" (fuego). Llamamos a recepción para preguntar qué pasa y nos dicen algo que no tiene nada que ver. Pues vale.
Al poco rato, vuelve a sonar el mismo aviso. Ahora también he entendido "systems". Resulta que ha habido algún problema con los sistemas de emergencia para incendios. Cuando vamos por el pasillo, cargados con nuestras maletas y dispuestos a salir del hotel, encontramos que todas las puertas de emergencia están cerradas. Por suerte, no están bloqueadas y podemos pasar hacia los ascensores y bajar a hacer el check-out.
Lo siguiente es esperar para recoger nuestro Ford Explorer con mugre de ocho estados. Esperemos que no lo hayan lavado, porque ya nos hemos acostumbrado a la roña del coche y es casi tan importante como las botellas de agua (de las que ya van quedando muy poquitas) o el "yi-pi-es". Pues no, no lo han lavado. El último día habrá que hacerle una foto y comparar con el día que lo recogimos en Chicago, limpito y brillante.
Cargamos el coche, salimos de Las Vegas, salimos de Nevada, tiramos para California y paramos a comer en la primera oportunidad que tenemos. Es difícil de creer pero era la primera vez en diez días que comía pasta. Después de comer, toca seguir adelante con un calor de la hostia, tanto por el sol que pega como por la temperatura (unos 30ºC). Esta parte de California es monótona y aburrida, yo creo que sólo tenían un matojo y lo han repetido ad infinitum con el tampón de clonar para que no sea todo tierra. Por si el paisaje fuera poco aburrido, la carretera es una recta y ¿he mencionado ya que el paisaje es siempre igual? Tampoco pasamos por pueblos ni nos cruzamos con gente (bueno sí, nos cruzamos con una ciclista que nos saludó muy eufóricamente).
Por fin llegamos a Barstow, un pueblo grande con muchos moteles. Como ya es hora de parar, elegimos uno, no sin antes recorrer toda la vía principal y de preguntar en un hotel de cadena, donde nos piden 109$ más tasas por cada habitación doble. Elegimos un motel con piscina con idea de darnos un bañito pero resulta que no la abren hasta dentro de dos semanas. Mientras estos se deciden y rellenan las fichas de las habitaciones, me pongo a hablar con la recepcionista, que nos recomienda que vayamos a ver nosequé parque natural que está a hacer puñetas. Después de ocupar nuestras respectivas habitaciones, vamos a dar una vuelta por un centro comercial.
Tras la visita cultural a las tiendas, cenamos en el restaurante chino-americano de enfrente del motel. La china del restaurante dijo algo de la camiseta del busca-balas. Primero sonrío, por lo que creíamos que había pillado la gracia. Luego dijo algo que nos hizo pensar que sólo había leído la primera frase. Tras unas galletas de la fortuna algo raras, dimos el día por terminado y nos fuimos a dormir.
Jo, pues sí que es aburrida esa carretera. Como la AP-2 pero con más baches.
ResponderEliminarLa Ap-2 al menos tiene asfalto. Ésta era de cemento.
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